Teatro on line ¿Teatro?

Benoit Constant Coquelin N(1841-1909)

Hagámonos de cuenta que Clément Maurice le dijera al grande Coquelin, después de su larga temporada del Cyrano de Bergerac, “queremos llevar su éxito teatral al cine para el Phono-Cinéma-Théâtre en la Exposición Universal de París 1900”. Sería la primera película en color y sonido grabado previamente en un cilindro de cera cuya sincronización dependía de la habilidad del proyeccionista in situ. Hagámonos de cuenta que dijo sí, pues llegó a rodar un minuto 49” de la escena del duelo con su nariz, capa y honorable “penacho”. Y hagámonos de cuenta que al finalizar la filmación dijera: “Esta verga no es teatro ni de vaina” (pero en francés, claro).

Quizá algo de lo que le pudo pasar al mítico actor Coquelin, nos está pasando ahora a la gente del teatro del mundo. De toda la cultura civilizada que desarrolla el teatro como una de las bellas artes y como una manera de flexión y reflexión con su público y sociedad civil.

Esa única escena filmada hace 120 años la podemos ver y estudiar como un documento histórico y algo de eso tienen todas estas manifestaciones de teatro documento que desde hace bastantes años se vienen realizando de manera un tanto doméstica para el consumo en videotecas especializadas. Estamos hablando de teatro filmado, grabado. Podemos afirmar que la gran mayoría de las coreografías de los grandes coreógrafos están a buen resguardo para su perpetuidad, gracias a esta tecnología. Lo que para el dramaturgo es la obra impresa o para el director teatral, el “libro de trabajo” a lo Bertolt Brecht. Me explico, esto nada nuevo es.

La novedad comienza en los streaming o plataformas de teatros del mundo subiendo sus piezas montadas en escena. Pudimos apreciar el montaje de Frankenstein, por ejemplo, del Teatro Nacional de Londres con Benedict Cumberbatch y Jonny Lee Miller, gracias a la bondad de la institución y en Venezuela, para acercarnos, el Trasnocho Cultural, entre otros, está ofreciendo y ofrece un menú de más de una veintena de obras teatrales filmadas con anterioridad al Covid19 o, en varios casos, grabadas en el mismo escenario, conservando la misma puesta en escena con tres cámaras y posedición. Eso también tiene sus ventajas, es documento y a la vez pasaporte internacional de nuestros productos teatrales en Venezuela. Ya no solo somos vistos en un teatro, solamente, sino que nos pueden ver en Singapur o Sídney sin gira internacional. Hasta ahora nada de esto es teatro. Son las imágenes de un teatro. Ver una fotografía de una obra teatral, no es teatro. Es un instante del efímero arte por excelencia.

Pero apareció el zoom e incluso, – ¡Salve María! – por WhatsApp. El teatrozoom por darle un nombre temporal, tiene encuentros con el teatro esencial y existencial (somos los más antiguos haciendo lo mismo). Es en vivo, directo como en el teatro o los inicios teledramáticos antes del videotape; en el mismo tiempo que el zoomespectador pero en distinto espacio. Un espacio mucho más limitante que el teatro mismo nos impone como verdugo y retrayéndonos a los iniciáticos tiempos del cine de los hermanitos Lumiere. Improvisando espacios, con una cámara de escasa movilidad, de muy mala recepción auditiva y de un estresante internet que, en geografías vigiladas y fascistas, no son garantía de una transmisión medianamente regular.

Pero volvamos a Coquelin. Efectivamente la arrechera del mítico actor francés no carecería de razón: “No es teatro”. Era cine, es cine. Y la gente de teatro fue pionera de ese nuevo medio cuyos padres tuvieron que destetarlo. Igual pasó con la radiodifusión. Un teatro para ciegos, dijeron algunos, cuando comenzaron a transmitir obras teatrales a través de las hondas hertzianas. Y el radiodrama y la radionovela siguió su camino. Misma historia para la televisión donde muchos de nosotros descubrimos el teatro a través del gran teatro Omega en RCTV, Estudio Uno de TVE o todo el ciclo Shakespeare de la BBC. Teatro en televisión: ¿Es teatro?

La historia nos resuelve la polémica. Cada medio desarrolló su lenguaje y ahora le toca al teatrozoom, al teleatrófono, whateatropp… a esta nueva modalidad de transmitir contenidos por gente de teatro y al partir del teatro. Pero el teatro tiene que ser inspirativo, nada más. Este nieto del teatro debe desarrollar su propio lenguaje para ser visto y oído en unas condiciones de convulsión, confinamiento, epilepsia social o ensimismamiento generacional. La generación Z o centenians, puede ver teatro desde su android en un vagón del metro o en la sala de espera del odontólogo.

Estas modalidades ya estaban escritas en el libro de la vida civilizada, la pandemia simplemente la adelantó de golpe con la inesperada pandemia y, ahora, con este “sietemesinos” no tenemos más que darle aire y comenzar a pensar en gerundio de que se trata de otro ser diferente al teatro, el cine, la radio y la televisión, heredando todas las bondades de ellas y creando un nuevo ser, un nuevo estar, un nuevo lenguaje.

El grupo Theja, comprendiendo este panorama socio-político-cultural renueva su página web para convertirla no solo en una vitrina de exposición, sino en un activo y profundo buque en el cual podemos navegar entre las agitadas olas de montajes, información, instantáneas, fotos, cursos on line y obras escritas por su fundador y presidente José Simón Escalona. Un grupo que se adoptó y entendió el signo de los tiempos y que no deja ni dejará de renovarse frente a las nuevas tecnologías sin dejar de hacer y ofrecer teatro.

Javier Vidal

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José Simón Escalona

Nace en Ciudad Bolívar, Edo. Bolívar, Venezuela, el 17 de mayo de 1.954. Estudió Arquitectura en la Universidad Simón Bolívar y Artes en el Instituto Pedagógico de Caracas. Inicia su actividad artística como actor en 1.967 y funda el GRUPO THEJA en 1.973, agrupación cuyos éxitos han traspasado nuestras fronteras y en la cual se desempeña como Presidente Fundador y Director Principal.

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