In memoriam a IBRAHIM GUERRA

“MI SEGUNDO MAESTRO” 

In memoriam a IBRAHIM GUERRA por José Simón Escalona

            En el Boulevard de Sabana Grande quedaba el Teatro de la Compañía Infantil y Juvenil Lily Álvarez Sierra en el viejo Cine Río, si mal no recuerdo, aunque venían del Teatro Metropolitano en el Centro de Caracas. Hacia fines de los sesenta inicio mi relación con el teatro, y me gustaba, cada vez que podía escaparme de casa, aun siendo adolescente, visitar aquel cine-teatro donde una señora nos explicaba a manera de prólogo, la obra que íbamos a ver. Había príncipes y princesas, pero entre ellos, recuerdo haber visto a Ibrahim por primera vez, con sus ojos verdes brillantes y curiosos, con su estampa de galán de ensueños, como uno de los alumnos consentidos de Lily. Ya dirigía espectáculos.

            Me reencuentro con Ibrahim en el vanguardista montaje de Chuo Gil y las tejedoras” de Arturo Uslar Pietri (1970), bajo la dirección de quien sería luego mi tercer maestro de teatro y cuñado Alberto Sánchez, el papá de mi sobrino mayor, el “Coco” José Alberto Sánchez Escalona, del primer matrimonio de mi hermana adorada Marian, a quien le debo haberme empujado al Mundo del Teatro. Justamente por mi hermana María de los Ángeles Escalona, junto a mi hermana de elección Pilar Romero, compañeras de estudio, conozco en “carne y hueso” a aquel tipazo que recordaba como artista juvenil y luego por su extraordinario trabajo físico en “Chuo Gil”, en la escenografía de Alejandro Otero y Mercedes Pardo. Ibrahím Guerra, entonces director del Teatro de Educación de Adultos del Ministerio de Educación, abría audiciones en busca de dos preciosas y jóvenes actrices con habilidades de baile y canto, para integrar el elenco de su montaje “El Retablo de las Maravillas”, Entremeses de Miguel de Cervantes y Saavedra (1971). En aquel tiempo trabajaba en La Sala de Conciertos, del Parque El Conde, como ya he referido muchas veces, donde recién egresado de mi Grupo Escuela Theaomai, con mi primer maestro Edgar Mejías, averiguaba la oportunidad de continuar mis empeños en el escenario. Ibrahim quedó deslumbrado con el talento de Marian y Pilar, pero yo era la “lamparita” que cuidaba a las “pavas”. De alguna manera me convierto en el “asistente” de Ibrahím, una especie de mandadero que hacía desde luces y sonido, maquillaje, asistencia de escena, y por si fuera poco manejaba un Ford Cortina gris que servía de transporte y apoyo llevando o trayendo lo que fuera, en caravana con el Volkswagen rojo de Ibrahim.

         Con Ibrahim, un ser extraordinario, inteligencia y brillante, galán y maestro, inmediatamente iniciamos un taller de investigación que resultó en la puesta en escena de “La Metamorfosis” de Kafka (1972), que estrenamos en un espacio no convencional del mismo Parque de Atracciones Mecánicas de la Avenida México. Con esa obra tuve la oportunidad de escribir, puesto que Ibrahim repartió los diálogos entre varios “autores”. Para mí fue el inicio de mi carrera de escritor teatral.

       “Los peces del acuario” de José Gabriel Núñez (1974), nos reúne con un grupo fantástico alrededor de Ibrahim. La primera actriz Carmen Messuti, como protagonista, junto a Pilar Romero y Mireya Hernández, con el debut actoral de Javier Vidal. Las reuniones y afectos en la casa familiar de José Gabriel y su hermana Meñeñe, en la vecina urbanización de Santa Mónica, nos llevaron a celebrar carnavales en Carúpano, la ciudad oriunda del dramaturgo, una aventura donde descubrí mi fobia a las aglomeraciones. Los cuidados de los Núñez me salvaron y me trajeron de vuelta a la ciudad, sin disfraces, con mucho alcohol en la sangre y más proyectos en la cabeza. Carúpano era un incendio de pasiones. Ibrahim nos deslumbraba con su energía y creatividad, pues la diversión tenía también una parte de reflexión artística y planificación de actividades. Un retiro poco espiritual pero lleno de gracia e ilusiones.

        Por supuesto que nuestras colaboraciones continuaron, pues ya trabajaba en el Ministerio de Educación como Profesor de Teatro y también de Educación Artística. De ese modo estreno con el Grupo de Teatro Liceísta “Errele” de la Escuela Técnica Industrial de San Martín, una versión de Ibrahim sobre la “Medea” de Eurípides (1976), que adapté a teatro musical rock. Recuerdo una anécdota maravillosa de aquel estreno, pues Ibrahim, ya siendo un reconocido director de televisión, llevó al estreno a Doris Wells, la más grande diva televisiva de aquellos tiempos, y con quien tuve la suerte de trabajar bajo la dirección del mismo Ibrahim en la obra “Un día en la muerte de Joe Egg” de Peter Nichols (1976), que estrenamos en el Teatro CANTV de la Avenida Libertador. Cuando en el Liceo se dieron cuenta que Doris Wells estaba en nuestro estreno, todos los colegios de la zona se acercaron para verla de cerca. En el improvisado auditórium, en uno de los enormes Talleres Técnicos de la Escuela, con una gran escenografía y vestuario pomposo, no cabía ni un alma. Al final, los alrededores estaban abarrotados de muchachos esperando por la Diva, que tuvo luego palabras, expresiones de reconocimiento y aplauso para nuestro espectáculo en la televisión nacional. Su recomendación nos obligó a hacer más de 10 funciones a teatro lleno. Un verdadero éxito para el teatro liceísta.

        Pero es que todo alrededor de Ibrahim era un espectáculo, tenía el don de crear un mundo distinto en cada una de nuestras actividades, fueran sociales, teatrales, o las interminables giras que hacíamos por todo el país. Ibrahim era una máquina poderosísima de trabajo y a la vez una fiesta continua, que no acababa nunca. La vida a su lado era una aventura constante, plena, o como dicen hoy, una “experiencia” sin límites.

     A finales de los setenta fuimos juntos a Nueva York, y aunque a veces me animo a relatar aquellas muchachadas, Ibrahím ejercía un enorme control sobre nosotros, sus actores, sus seguidores, su grupo, pues nos conformamos en La Compañía Nacional de Investigación Teatral, de su creación, luego del mítico montaje de “La casa de Bernarda Alba” de Federico García Lorca (1975) para el Teatro de Cámara de Venezuela, con un grupo de actrices de altísimo nivel: Carmen Palma, María Escalona, Gladys Cáceres, Pilar Romero, Mireya Hernández, Silvia Santelices, Soledad Pereira, Soledad Navarro, Dinorah García, a quienes tuve el privilegio de diseñar los maquillajes, además de ser el asistente técnico del espectáculo que contaba también con la escenografía de la gran Ana Rosa Gallegos, y la asistencia al director de mi compadre Javier Vidal.

“Lastima que sea una p…” de John Ford (1978) Dirección: Ibrahim Guerra. Actores: Gladys Cáceres y José Simón Escalona
Uno de los más grandiosos montajes donde actué bajo la implacable dirección de Ibrahim, fue “Lastima que sea una p…” de John Ford (1978), en una de nuestras ultimas colaboraciones, aunque luego compartimos trabajos en televisión, incluso, siendo ya el Vicepresidente de Dramáticos de RCTV a inicios del milenio. En aquel montaje estrenado para El Nuevo Grupo, en coproducción con la Compañía de Ibrahim, trabajamos Pilar Romero, Javier Vidal, Gladys Cáceres, Carmen Messuti, Mauricio González y Marco Antonio Ettedgui. La escenografía de la increíble Ana Rosa Gallegos era monumental, con iluminación del cineasta César Bolívar y la producción de la inolvidable Esther Bustamante. La crítica no encontraba palabras para elogiar aquel hermoso montaje, y disfruté enormemente el trabajo actoral, al lado de este elenco soñado.

 

        El Grupo Theja fue demandando todas mis energías teatrales, me costó mucho dirigir fuera de mi casa, tanto para El Nuevo Grupo, La Compañía Nacional de Teatro, El Teatro Teresa Carreño, como para otras instituciones que me invitaban a trabajar con ellos. Pero nunca me separé de Ibrahim Guerra, fue además de mi segundo maestro, mi amigo y uno de mis héroes, porque con él aprendí a amar el teatro y la vida en un conjunto enjundioso. Siempre estuvo en nuestros estrenos, con su inmensa capacidad crítica, su sabiduría y conversaciones infinitas de las que tanto aprendimos y seguiremos recordándolo vivo en nuestro corazón.

        Ibrahím Guerra es una marca en todos los que tuvimos el privilegio de conocerlo en vida y quedarnos con su portentosa energía, su sentido del espectáculo, del arte. Vivo en el Teatro. Vivo con nosotros.

José Simón Escalona.

Diciembre 2023

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José Simón Escalona

Nace en Ciudad Bolívar, Edo. Bolívar, Venezuela, el 17 de mayo de 1.954. Estudió Arquitectura en la Universidad Simón Bolívar y Artes en el Instituto Pedagógico de Caracas. Inicia su actividad artística como actor en 1.967 y funda el GRUPO THEJA en 1.973, agrupación cuyos éxitos han traspasado nuestras fronteras y en la cual se desempeña como Presidente Fundador y Director Principal.

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