“SALOMÉ, UNA PASIÓN SIN FUTURO”
Versión libre de José Simón Escalona sobre la obra de Oscar Wilde
LA ACCIÓN TRANSCURRE EN UNA NOCHE CUALQUIERA, EN UN ESPACIO IMAGINADO POR SALOMÉ: HOMBRE JOVEN, MUY PÁLIDO Y LIGERAMENTE VESTIDO. LO ACOMPAÑAN SUS ESPECTROS: MUY JOVEN AMANTE, JOVEN AMANTE, ANTIGUO AMANTE Y MÁS ANTIGUO AMANTE. TAMBIÉN SE LE APARECEN SU IDEA DEL MACHO, DE LA HEMBRA Y DE UN ANGEL.
NO EXISTE EL TIEMPO. NO EXISTE LÍMITE ENTRE LA VIDA Y MUERTE. SALOMÉ ES UN ALUCINADO. LA APARICIÓN DE UN ANGEL, IMAGINARIO, RENUEVA SU ENFERMIZA PASIÓN.
PERSONAJES:
SALOMÉ
MUY JOVEN AMANTE
JOVEN AMANTE
ANTIGUO AMANTE
MÁS ANTIGUO AMANTE
EL ÁNGEL
EL MACHO
LA HEMBRA
EL NEGRO
OTRAS APARICIONES
CUADRO PRIMERO: “CONTEMPLACIÓN”
EN MEDIO DEL ESPEJO QUE FORMA EL PISO DEL JARDÍN, SE ENCUENTRA EL LECHO REDONDO DE SALOMÉ. DESDE UNA TERRAZA SE CONTEMPLA LA LUNA LLENA Y PLATEADA. SALOMÉ PARECE MORIBUNDO. LO CONTEMPLAN MUY JOVEN AMANTE Y ANTIGUO AMANTE. LA LUNA SE REPITE EN EL HORIZONTE COMO EL LECHO DE SALOMÉ. INMÓVIL, LA CONTEMPLAN JOVEN AMANTE Y MÁS ANTIGUO AMANTE.
LAS VOCES SE ESCUCHAN LEJANAS Y MUSICALES.
CONTEMPLANDO A SALOMÉ.
MUY JOVEN AMANTE: ¡Salomé…!
ANTIGUO AMANTE: Parece dormido.
MUY JOVEN AMANTE: ¡Qué bello está hoy!
ANTIGUO AMANTE: ¡Qué bello fue!
CONTEMPLANDO A LA LUNA.
JOVEN AMANTE: ¡Mira la luna!
MÁS ANTIGUO AMANTE: La miro.
JOVEN AMANTE: Tiene un aspecto extraño.
MÁS ANTIGUO AMANTE: Si.
JOVEN AMANTE: Parece una mujer.
MÁS ANTIGUO AMANTE: Misteriosa.
JOVEN AMANTE: Parece una mujer.
MÁS ANTIGUO AMANTE: Muerta.
CONTEMPLANDO A SALOMÉ.
MUY JOVEN AMANTE: Parece muerto.
ANTIGUO AMANTE: Diríase que busca muertos.
MUY JOVEN AMANTE: Tiene un aspecto muy extraño.
ANTIGUO AMANTE: Diríase que baila.
SALOMÉ EN SU DELIRIO.
SALOMÉ: ¿Quiénes son esas fieras que aúllan y no me dejan descansar?
SALOMÉ DUERME DE NUEVO.
MUY JOVEN AMANTE: ¡Qué bello está Salomé, esta noche!
ANTIGUO AMANTE: Estas siempre contemplándolo.
JOVEN AMANTE: ¡Qué bella esta la luna, esta noche!
MÁS ANTIGUO AMANTE: La miras demasiado.
ANTIGUO AMANTE: Lo miras demasiado. No hay que mirar así a la gente. Puede suceder una desgracia.
MUY JOVEN AMANTE: Está bellísimo ésta noche.
JOVEN AMANTE: Está bellísima ésta noche.
MÁS ANTIGUO AMANTE: Puede suceder una desgracia.
SALOMÉ APENAS SE MUEVE Y SE QUEJA.
SALOMÉ: …
MUY JOVEN AMANTE: Sueña algo.
ANTIGUO AMANTE: Sueña a alguien.
MUY JOVEN AMANTE: ¿A quién sueña?
ANTIGUO AMANTE: No lo sé.
SALOMÉ SE INCORPORA.
SALOMÉ: ¡Vino! Quiero vino. Vino rojo, como la sangre.
APARECE EL NEGRO. LE SIRVE VINO EN UNA COPA DE CRISTAL.
MUY JOVEN AMANTE: ¡Qué pálido está! Parece el reflejo de una rosa blanca en un espejo de plata.
EL NEGRO TRAE UN RAMO DE ROSAS BLANCAS. TRAEN UNA TARJETA DE UN DESCONOCIDO.
SALOMÉ: No quiero risas blancas. Que sean rojas como el vino. Rojas como la sangre.
SALOMÉ ROMPE LA Y TARJETA Y DESPRECIA LAS ROSAS. BEBE VINO.
ANTIGUO AMANTE: ¡Lo miras demasiado!
ANTIGUO AMANTE ESCONDE EN SU PECHA LA CABEZA DE MUY JOVEN AMANTE.
MÁS ANTIGUO AMANTE: ¡La miras demasiado!
MÁS ANTIGUO AMANTE ESCONDE ENTRE SU ABRAZO LA CABEZA DEL JOVEN AMANTE.
SALOMÉ (EBRIO): Los hombres de mi patria aman mucho la sangre. Por eso jóvenes y vírgenes se entregan a ellos en salvaje holocausto. Más parece que nunca están satisfechos, y siguen clamando sangre.
CONTEMPLANDO A LA LUNA.
JOVEN AMANTE: ¡Quiero entregarme a la luna, amante!
MÁS ANTIGUO AMANTE: ¡Quiero entregarme a ti, amante!
SALOMÉ: Los jóvenes de mi patria adoran a un Dios invisible. Y no puedo comprenderlo. Sólo creen en las cosas que no pueden verse. ¿Es eso a lo que llaman fe? Me parece completamente ridículo.
CONTEMPLANDO A LA LUNA.
JOVEN AMANTE: ¡Quiero entregarme a la luna, Amante!
MÁS ANTIGUO AMANTE: ¿No le temes?
JOVEN AMANTE: No.
SALOMÉ: Mi fe es la pasión. Quiero ser arrastrado por una la pasión hasta que mi alma sea un laúd templado que puedan pulsar todos los vientos.
MUY JOVEN AMANTE: ¡Quiero entregarme a Salomé, Amante!
ANTIGUO AMANTE: ¿No le temes?
MUY JOVEN AMANTE: Si.
SALOMÉ: ¡Vino! Quiero vino rojo, como la sangre.
SALOMÉ RUEDA POR EL PISO DE ESPEJOS. EBRIO, LA COPA CAE DE SU MANO. SALOMÉ VOMITA SANGRE.
MÚSICA. OSCURO.
CUADRO SEGUNDO: “EL ÁNGEL”
LA LUNA CONTIENE A UN ANGEL. ESTÁ DESNUDO Y BLANCO COMO UNA ESCULTURA DE MÁRMOL. ES UNA APARICIÓN FANTÁSTICA ANTE LA CUAL ESTÁN EXTASIADOS LOS AMANTES. SALOMÉ CONTINUA EN SU LECHO.
MUY JOVEN AMANTE: ¿Quién es?
ANTIGUO AMANTE: Un angel.
JOVEN AMANTE: ¿Y cómo se llama?
MÁS ANTIGUO AMANTE: Angel.
MUY JOVEN AMANTE: ¿De dónde viene?
MÁS ANTIGUO AMANTE: Del desierto. Donde se alimenta de langostas y miel silvestre. Donde va vestido con solo sus enormes alas. Donde lo miran los poetas y los abandonados. Donde ellos pueden escucharlo.
JOVEN AMANTE: ¿Y de qué habla?
ANTIGUO AMANTE: No lo sabemos nunca.
MUY JOVEN AMANTE: ¿Puedo oírlo?
MÁS ANTIGUO AMANTE: No. Dice cosas absurdas.
EL ÁNGEL HABLA DESDE LA LUNA.
EL ÁNGEL: Los centauros se han hundido en los ríos, las sirenas han abandonado las aguas y reposan bajo las hojas, en los bosques.
SALOMÉ SE INCORPORA EN SU LECHO.
SALOMÉ: ¿Quién grita así?
MUY JOVEN AMANTE: Es un angel, Salomé.
SALOMÉ: ¿Un angel? ¿Quién dice que puede oírse a un angel?
ANTIGUO AMANTE: No lo comprendemos, Salomé.
SALOMÉ: ¿Qué dice? ¿Qué es lo que dice?
JOVEN AMANTE: No entenderemos nunca lo que dice, Salomé.
MÁS ANTIGUO AMANTE: Es solo un cuento, Salomé.
MUY JOVEN AMANTE: Yo lo he visto.
JOVEN AMANTE: Lo hemos visto.
SALOMÉ: ¿Lo han visto? ¿Es un viejo EL ÁNGEL?
JOVEN AMANTE: No, Salomé. Es muy joven.
ANTIGUO AMANTE: Eso no se sabe.
SALOMÉ: ¿Lo has visto?
MUY JOVEN AMANTE: (RETRACTÁNDOSE) Lo he imaginado.
EL ÁNGEL EN LA LUNA.
EL ÁNGEL: El hombre puede creer en lo imposible, más no deberá creer nunca en lo improbable. Pues vendrá una inversa raza que devorará a los pájaros.
SALOMÉ: ¡Qué voz tan extraña! Quiero hablarle.
MÁS ANTIGUO AMANTE: Temo que sea imposible, Salomé. Te está prohibido.
SALOMÉ: ¿Prohibido por quién? Quiero hablarle.
ANTIGUO AMANTE: Es imposible, Salomé.
SALOMÉ: Lo quiero.
MUY JOVEN AMANTE: Será mejor atenderlos a ellos, Salomé.
SALOMÉ: ¡Tú lo has visto! Pídele que aparezca.
MUY JOVEN AMANTE: (COHIBIDO POR LOS ANTIGUOS) No me atrevo, Salomé.
SALOMÉ: (AL JOVEN) Tú debes complacerme.
JOVEN AMANTE: Por favor, Salomé, no me pidas eso.
SALOMÉ: Me hacen esperar.
MÁS ANTIGUO AMANTE: Salomé, nuestras vidas te pertenecen, pero no podemos hacer lo que pides.
SALOMÉ: (AL MUY JOVEN) Tú lo has visto.
MÁS ANTIGUO AMANTE: Estoy seguro de que va a suceder una desgracia.
SALOMÉ Y MUY JOVEN AMANTE, ÍNTIMOS. LOS OTROS SE ALEJAN.
SALOMÉ: Lo harás por mí, ¿verdad, amante? ¿Harás eso por mí? Siempre he sido buen o contigo. ¿Verdad que harás eso por mí? Solo quiero ver a ese extraño angel. ¡Hablan de él! Los oí hablar de él. ¡Creo que lo viejos le temen, estoy seguro de ello! ¿Es que tú también, amante, le temes?
MUY JOVEN AMANTE: No le temo a nadie, Salomé.
SALOMÉ: (SEDUCIÉNDOLO) Lo harás por mí, amante, y mañana, cuando me sienta bien, amaneceré contigo.
MUY JOVEN AMANTE: Salomé, no puedo. No puedo.
SALOMÉ: Lo harás por mí, amante. Bien sabes que lo harás por mí. Amaneceremos juntos. Te miraré, amante, y es posible que hasta te sonría en la mañana. ¡Mírame, amante, mírame! Bien sabes que vas a hacer lo que te pido. Lo sabes ¿verdad? Yo lo sé.
MUY JOVEN AMANTE: Lo haré.
LOS OTROS ESTÁN MIRANDO LA LUNA.
ANTIGUO AMANTE: ¡Que aspecto más extraño tiene la luna! Diríase que la mano muerta que quiere cubrirse con un sudario.
LOS OTROS AMANTES SALEN.
EL MUY JOVEN AMANTE LLEVA AL BALCÓN A SALOMÉ. MUY ÍNTIMO.
MUY JOVEN AMANTE: Tiene un aspecto muy extraño.
SALOMÉ: ¿Cómo es?
MUY JOVEN AMANTE: Diríase que un amanecer teñido con luz de ámbar, a través de la muselina y de tu sonrisa.
SE BESAN. LA LUNA SE TRANSPARENTA. APARECE EL ÁNGEL.
EL ÁNGEL: ¿Dónde está aquel cuya copa de abominaciones está rebosante? ¿Dónde está aquel que vestido de púrpura morirá un día desplomado por la tristeza? ¿Quiere escuchar mi voz? La que se oye en los desiertos.
SALOMÉ: ¿De quién habla?
MUY JOVEN AMANTE: No se sabe nunca, Salomé.
EL ÁNGEL: ¿Dónde está quien habiendo visto hombres pintados, imágenes frías de libros, se deja arrastrar a la concupiscencia de sus ojos?
SALOMÉ: Es de mi de quien habla.
MUY JOVEN AMANTE: No, en verdad, Salomé.
SALOMÉ: Si, es de mí.
EL ÁNGEL: ¿Dónde está quien se entrega a los capitanes, a los soldados y los marinos sin guerra? ¿Dónde está quien se entrega a los mancebos de las avenidas, que van vestidos de lino y jacinto o llevan ceñidos tejanos azules que revelan prominencias y gruesas polainas y son corpulentos? Díganle que se levante del lecho de la impudicia, de su lecho acuoso, de su estéril pasión.
SALOMÉ: Es terrible. ¡Terrible!
MUY JOVEN AMANTE: No sigas aquí, Salomé, te lo suplico.
SALOMÉ: Sus ojos, sobre todo, son terribles. Diríase los negros agujeros que dejan las balas en la piel de un niño. Diríase lagos negros agitados por lunas fantásticas. ¿Crees que seguirá hablando?
MUY JOVEN AMANTE: Vamos, Salomé. Te lo ruego.
SALOMÉ: ¿Y qué delgado está? Parece una fina imagen de marfil y plata. Estoy seguro de que es casto como la luna. Parece un rayo argentado. Su carne debe ser fría, como el marfil. Quiero contemplarlo de cerca.
MUY JOVEN AMANTE: No, no, Salomé.
EL ÁNGEL: ¿Quién eres tú que deseas miras? No puedes mirarme con esos ojos malditos. No sé quién eres. No quiero saberlo. Ya no voy a hablar.
SALOMÉ: Soy Salomé. Así me dicen: Salomé.
EL ÁNGEL: No estarás de mi cerca.
SALOMÉ: Sigue hablando. Habla, angel, tu voz me embelesa.
MUY JOVEN AMANTE: ¡Salomé! ¡Salomé! ¡Salomé¡
SALOMÉ: Pero sigue hablando. Sigue hablando, ángel, y dime lo que debo hacer para alcanzarte.
EL ÁNGEL: La pasión asquerosa de tus ojos, no te dejará alcanzarme.
SALOMÉ: Eres hermoso.
EL ÁNGEL: Oye como suenan los trapos de la muerte que se acerca por el bosque. No podrás alcanzarme.
MUY JOVEN AMANTE: Salomé, te suplico que no lo oigas más.
EL ÁNGEL: Nada hay en esta inmundicia. No seguiré aquí.
SALOMÉ: Angel. Escúchame.
ANGEL: ¿Quién habla?
SALOMÉ: Yo, que estoy enamorado de tu cuerpo. Tu cuerpo blanco como un lirio. Tu cuerpo blanco como la nieve. Ni las rosas, ni la aurora que camina sobre las hojas, ni el seno de la luna cuando se pone sobre el seno del mar. Nada hay en el mundo tan blanco como tu cuerpo. ¡Déjame tocar tu cuerpo!
EL ÁNGEL: El mal entró en el mundo con el deseo de una mujer. Si siquiera sé lo que eres. No me hables. Así no me hables. No quiero escucharte.
SALOMÉ: Tu cuerpo es horrible como el de un leproso. Es como un muro de cal por donde pasan las víboras y en el que anidan los escorpiones. Es como un sepulcro blanqueado, repleto de inmundicias. ¡Es horrible tu cuerpo, horrible! Lo que me enamoran son tus cabellos. No hay nada en el mundo tan negro como tus cabellos. ¡Déjame tocar tus cabellos!
EL ÁNGEL: No puedes tocarme. Tus manos no van a alcanzarme nunca.
SALOMÉ: Tus cabellos son horrorosos. Están cubiertos de polvo y fango. Parecen una corona de espinas colocada sobre tu frente. Parecen un nido de serpientes negras que se enroscan en tu cuello. No me gustan tus cabellos. Es tu boca la que me enamora, angel. Tu boca es como una cinta escarlata sobre una torre de marfil. Es como una granada abierta con un cuchillo de plata. Tu boca es como una rama de coral hallada por unos pescadores en el crepúsculo marino. No hay nada en el mundo tan rojo como tu boca. Déjame besar tu boca.
EL ÁNGEL: Jamás alcanzarás mis labios, Salomé. ¡Jamás!
SALOMÉ: Besaré tu boca, ángel. Juro que besaré tu boca.
MUY JOVEN AMANTE: Salomé, ese hombre no existe. No dejes que te tiente. Es un espejismo, un imposible, una mentira.
SALOMÉ: Besaré tu boca, angel.
EL ÁNGEL: Maldito seas, Salomé. Maldito seas.
SALOMÉ: ¡Besaré tu boca!
SALOMÉ SALE. LOS OTROS AMANTES ACUDEN A LOS GRITOS DEL MUY JOVEN AMANTE.
MUY JOVEN AMANTE: Es una mentira. No existe. Salomé. Salomé. Salomé.
EL MUY JOVEN AMANTE SE ENTIERRA EN EL CORAZÓN UN CHUCHILLO DE PLATA. AGONIZA EN UN CHARCO DE SANGRE. LOS OTROS AMANTES CORREN HACIA ÉL.
MUY JOVEN AMANTE: Yo tuve la culpa. Yo lo llevé a mirar la luna. Yo maté a Salomé. Yo también estoy muerto.
EL MUY JOVEN AMANTE MUERE.
ANTIGUO AMANTE: El muy joven amante se ha matado. ¡Un verdadero ángel ha muerto! ¡Se mató el que era mi amigo! Le había dado yo un perfume y unos pendientes de plata. Lo he amado y ahora está muerto.
MÁS ANTIGUO AMANTE: Sabía que iba a ocurrir una desgracia y ha ocurrido. Sabía yo muy bien que la luna buscaba un muerto, pero no sabía que era a él a quien buscaba.
ANTIGUO AMANTE: ¡Ah! ¿Por qué no le oculté a la luna? Si le hubiera escondido no le habría ella visto.
JOVEN AMANTE: El muy joven amante ha muerto. Se ha matado.
ANTIGUO AMANTE: Era como mi vida, más querido para mí que mi vida. le di una caja que contenía perfumes y una sortija que llevaba siempre en el dedo. De noche nos paseábamos a orillas del río, entre los almendros, y me contaba cosas de si. Hablaba siempre muy bajo. El sonido de su voz parecía el de una flauta. Le complacía mucho contemplarse en el río, por lo cual lo reprendí.
OSCURO.
CUADRO TERCERO: LOS DISCIPULOS
SALOMÉ ESTA EN SU LECHO. EL NEGRO LE SIRVE DE UNA BANDEJA DE PLATA, UN RACIMO DE UVAS. TAMBIÉN HAY OTRAS FRUTAS EN LA BANDEJA. LOS JÓVENES AMANTES ALREDEDOR DEL LECHO. LOS ANTIGUOS AMANTES APARTADOS Y DISTANTES. SALOMÉ DISFRUTA IMÁGENES DE UNA REVISTA FOTOGRÁFICA.
MUY JOVEN AMANTE: Cuéntanos un cuento, Salomé.
SALOMÉ: Los saben todos de memoria.
JOVEN AMANTE: Cuéntanos un cuento, Salomé.
SALOMÉ: Temo fastidiarlos.
MUY JOVEN AMANTE: Háblame de tus cantos en las islas vírgenes, y como caminabas errante junto al bello Antonio, y dime cómo lo guiaste por los médanos desiertos y cómo durmió entre tus brazos.
JOVEN AMANTE: Háblame de aquel verde atardecer cargado de perfumes, cuando tendido a la ribera, viste elevarse de la barca dorada de Adriano la risa de Antinoo.
ANTIGUO AMANTE: Cuéntales como bebiste en la corriente, calmando tu sed y cómo contemplaste con mirada ávida y ardiente el cuerpo de marfil de aquel joven y bello esclavo, cuya boca parecía una granada.
MÁS ANTIGUO AMANTE: Cuéntales cómo te maldecían con voz chillona el día que cogiste entre tus brazos a ese joven, y cómo te deslizaste a rastras para saciar tu pasión bajo las palmeras temblorosas. ¿Quiénes eran entonces tus amantes, quiénes los que luchaban por ti en el polvo? ¿Cuál era el instrumento de tu lujuria, quién era tu amante cotidiano? ¿Era uno de aquellos lagartos gigantes que venían a enroscarse sobre ti, entre los cañaverales de la ribera? ¡Venían a arrojarse sobre ti, sobre tu lecho revuelto, los machos de grandes flancos de metal!
SALOMÉ: Basta. Estoy harto de cuentos.
MUY JOVEN AMANTE: Cuéntanos un cuento, Salomé.
SALOMÉ: Estoy cansado.
JOVEN AMANTE: El de Narciso, Salomé.
SALOMÉ: está bien. Lo contaré.
UN MOVIMIENTO GENERAL EN LA ESCENA. COMO SI FUERA A REPETIRSE UNA CEREMONIA, UN JUEGO REPETIDO. UNA PANTOMIMA ESCÉNICA QUE REPRESENTA EL CUENTO COMO UN AUTO SACRAMENTAL.
SALOMÉ: Cuando Narciso murió, el riachuelo de sus arrobamientos se convirtió de ánfora de agua dulce en ánfora de lágrimas sagradas, y las oréades vinieron llorando por el bosque a cantar junto al riachuelo y a consolarlo. Yo soy el riachuelo.
MUY JOVEN AMANTE: Y yo Narciso. (SE DESNUDA)
LOS AMANTES JUNTO A SALOMÉ REPRESENTAN LA ACCIÓN. EL JUEGO DRAMÁTICO ES REPRESENTADO POR SALOMÉ COMO EL RIACHUELO, EL MUY JOVEN AMANTE COMO EL DESNUDO NARCISO Y LOS OTROS AMANTES LAS ORÉADES.
JOVEN AMANTE: Y al ver que el riachuelo se había convertido de ánfora de agua dulce en ánfora de lágrimas saladas, soltaron los bucles verdosos de sus cabelleras, gritando al riachuelo.
ANTIGUO AMANTE: No nos sorprende que llores así a Narciso, que era tan bello.
SALOMÉ: Pero, ¿era tan bello Narciso?
JOVEN AMANTE: Dijo el riachuelo.
MAS ANTIGUO AMANTE: ¿Quién mejor que tu podría saberlo?
JOVEN AMANTE: Respondieron las Oréades.
LOS AMANTES: Él nos desdeñaba, pero te cortejaba a ti, dejando reposar sus ojos sobre ti y contemplando su belleza en el espejo de tus aguas.
JOVEN AMANTE: Y el riachuelo contestó:
SALOMÉ: Amaba yo a Narciso porque, cuando se inclinaba en mi orilla y dejaba reposar su mirada sobre mi, en el espejo de sus ojos veía yo reflejada mi propia belleza.
SALOMÉ BESA AL MUY JOVEN AMANTE CON LASCIVIA, IMPUDOR Y DESCARO.
OSCURO.
CUADRO CUARTO: LA SOLEDAD
SALOMÉ ENTRA A ESCENA MUY TRISTE Y ABATIDO. TRAE UN LÁPIZ LABIAL Y UN ESPEJO DE MANO, REPASA SUS LABIOS. TOMA UNA COPA DE VINO LLENA. MIRA HACIA LA LUNA, SE DIRIGE A ELLA. LA MIRA, LA CONTEMPLA, SINCERO Y CONMOVEDOR.
SALOMÉ: No me quedaré. No quiero quedarme ahí. ¿Por qué la gente me mira siempre con esos ojos de topo? Resulta extraño que la gente me mire así. No sé lo que eso quiere. En realidad, si lo sé. ¡Qué fresco es aquí el aire! ¡Aquí al fin se respira! Ahí afuera, en la soledad, hay hipócritas que se descoyuntan con sus ridículas ceremonias, y bárbaros que beben aguardiente sin cesar, y desprecian el vino dejándolo derramar sobre las losas. Ahí afuera, en la soledad, solo máscaras gente que se esconde tras los ojos pintados, mejillas y cuellos llenas de afeites y joyas, cabellos pintados y falsos rizos en espirales tan retorcidos como sus ocultas intenciones. Afuera, en la soledad, los ricos con sus uñas de jade y sus oscuros trajes. Afuera, en la soledad, los pobres, taciturnos y sutiles. Afuera, en la soledad, los políticos con su brutalidad, su pesadez y su grosero lenguaje. ¡Ah, como detesto a los políticos! Son gente vulgar y se dan aires de grandes señores.
¡Qué grato es ver la luna! Parece una moneda, una flor de plata. Es fría y casta la luna. Estoy seguro de que es virgen. Tiene la belleza de lo virgen. Sí, es virgen. Nunca se ha mancillado. ¡Nunca se entregó a los hombres! Si yo me pareciera a la luna, si pudiera comenzar otra vez y no me entregara nunca. Si yo me pareciera… si pudiera comenzar… si me dieran a escoger y no me avisaran esta insalvable soledad.
SALOMÉ TIENE LAGRIMAS.
OSCURO.
CUADRO QUINTO: EL MACHO Y LA HEMBRA
APARECEN LAS IMÁGENES DESNUDAS DEL MACHO Y LA HEMBRA. FANTÁSTICAS. ONÍRICOS. LÍRICOS.
EL MACHO: Et creavit Deus hóminen ad imáginen Súam.
(Y CREO DIOS AL HOMBRE A SU IMAGEN)
SALOMÉ: Ecce homo. (HE AQUÍ AL HOMBRE)
LA HEMBRA: Et aedificavit Dominus Deus costam quam tulerat de Adam, in mulierem.
(Y FORMO EL SEÑOR DIOS LA COSTILLA QUE HABÍA TOMADO DE ADÁN, EN MUJER)
SALOMÉ: ¡Tú no, no quiero verte!
EL MACHO: Salomé.
SALOMÉ: (A LA HEMBRA) ¡Cubre tu cuerpo!
LA HEMBRA: Mírame, Salomé.
SALOMÉ: Cubre tu cuerpo que me hieres.
LA HEMBRA: Mírame, Salomé. Mírame.
SALOMÉ: No puedo.
LA HEMBRA: Compréndeme.
SALOMÉ: No quiero.
LA HEMBRA: Entonces, ámame.
SALOMÉ: No puedo.
EL MACHO: Mírame, Salomé.
SALOMÉ: Cubre tu cuerpo.
EL MACHO: Tú quieres mirarme.
SALOMÉ: Puedo resistir a todo, menos a la tentación.
EL MACHO: Soy la tentación, Salomé.
SALOMÉ: No. Eres la maldición.
LA HEMBRA: De la costilla del hombre, la esencia trasmutada en tuétano, en cal, nací. Por eso, yo mujer, me afinco en la tierra, engendro, muero y trasciendo, feliz.
SALOMÉ: ¿Dónde la felicidad?
EL MACHO: Pulvis est, et in púlverum revérteris.
(POLVO ERES Y EN POLVO TE CONVERTIRÁS)
OSCURO.
CUADRO SEXTO: “LA PESADILLA”
SALOMÉ DUERME. ES UN SUEÑO INQUIETO QUE LO ACOMPAÑA UNA EXTRAÑA MÚSICA, MEZCLA DE SONIDOS ACUÁTICOS, HIMNOS MARINEROS, MÚSICA TROPICAL QUE ASOMA POR SEGUNDOS. SOLO UNA MELODÍA PARECE CONDUCIR LA MEZCLA, EL BOLERO “NOCHE DE RONDA”, A VECES CON LA VOZ CANTANTE DISTORSIONADA, A VECES HACE ECOS. ES LA MENTE PERVERSA Y CONFUSA DE SALOMÉ EN EL CAOS DE SU DESCANSO.
LA ESCENA SE INUNDA DE PERSONAJES EXTRAÑOS. DESFILAN EN LA MEMORIA INMUNDA DE SALOMÉ. APLAUSOS, RISAS, GRITOS Y DIVERSAS VOCES DE ESTOS PERSONAJES:
UN MARINERO HOLANDÉS Y OTRO NORTEAMERICANO.
UNA PROSTITUTA FRANCESA Y OTRA DE SURINAM.
UNA LUNA, DISFRAZ DE UN HERMOSO TRAVESTI, LO ACOMPAÑA OTRO TRAVESTI VENECIANO.
UN BORRACHO DE PUERTO Y UNA MONJA CON SU TETA LIMPIA Y BLANCA.
LA HEMBRA DESNUDA Y EMBARAZADA CON EL MACHO QUE LLEVA CARA Y CUERNOS DE CABRA.
UN NIÑO PERDIDO QUE PASA DE MANO EN MANO Y UN LISIADO LASCIVO QUE LO PERSIGUE.
UNA “MISS MARICA” CON SU CHULO ERECTO.
TODOS SE ACERCAN AL LECHO DE SALOMÉ. LO ACARICIAN, LO INCOMODAN, LO SECRETEAN. SALOMÉ LUCHA ENTRE EL SUEÑO Y LA VIGILIA.
SE ENCIENDEN TELEVISORES, UNA RADIO QUE EMITE ESCENAS DE FICCIÓN DRAMÁTICA. UNA GRAN PANTALLA CON LA PROYECCIÓN DE UNA PELÍCULA PORNOGRÁFICA.
SALOMÉ PARECE QUERER HUIR DE ENTRE LA CORTE DE PERSONAJES, PERO LE IMPIDE LA HUIDA UN ANGEL NEGRO, CON UN SEXO DESMESURADAMENTE GRANDE. EL NEGRO TERRIBLE ENVUELVE EN SUS ALAS A SALOMÉ. SALOMÉ INTENTA GRITAR SIN LOGRAR SONIDO. EN UN EFECTO DE CIRCO Y MAGIA SE DESPRENDE LA CABEZA DE SALOMÉ. RUEDA POR EL PISO.
OSCURO.
CUADRO SEPTIMO: “LA TRAGEDIA”
SALOMÉ HIPNOTIZADA POR LA AMARILLENTA LUNA. EN EL LECHO ESTÁN EL MACHO Y LA HEMBRA, DIRÍASE QUE AL TERMINO DE LA FAENA SEXUAL.
EL MACHO: ¿Dónde está Salomé? ¿Dónde está? ¡Ah, ahí, asomada a ese balcón! Quiero divertirme, Salomé. Esta noche necesito divertirme.
LA HEMBRA: No lo llames. No lo mires. ¡Lo estás mirando siempre!
EL MACHO: La luna tiene un aspecto muy extraño esta noche. ¿Verdad que su aspecto es muy extraño? Diríase una mujer histérica que va buscando amantes por todas partes. Está también desnuda, completamente desnuda. Las nubes quieren vestirla; pero ella se niega. Vacila entre las nubes, como una mujer ebria. Estoy seguro de que busca amantes, ¿verdad que vacila como una mujer ebria? ¿Verdad que parece una mujer histérica?
LA HEMBRA: No. La luna se parece a la luna y nada más. Volvamos al lecho. Nada tienes que hacer, desnudo, al aire de la terraza.
EL MACHO: Aquí seguiré. El aire es delicioso aquí. Beberé más vino.
LA HEMBRA: No debes seguir aquí. No más vino.
EL MACHO: Si, el aire es delicioso. Ven mujer ¡Ah, resbalo sobre la sangre!
LA HEMBRA: Es vino derramado.
EL MACHO: Es sangre. Un muy mal presagio. ¿Por qué hay aquí sangre?
LA HEMBRA: No debes seguir aquí.
EL MACHO: Hace frío, sopla el viento. ¿Verdad que sopla el viento?
LA HEMBRA: No, no. No sopla el viento.
EL MACHO: Si, si sopla el viento. Y oigo en el aire como un batir de alas gigantescas. ¿No lo oyes mujer?
LA HEMBRA: No. No oigo nada.
EL MACHO: Entonces, ya no las oigo tampoco. Pero antes las he oído. Era, sin duda, el viento. Ya cesó. No, no, las oigo de nuevo ¿No las oyes? Es un batir de alas.
LA HEMBRA: Te digo que no oigo nada. Estás ebrio, enfermo. Ven, volvamos adentro.
REGRESAN AL LECHO.
EL MACHO: No estoy enfermo. Salomé si que lo está. Tiene aspecto de estar muy enfermo. No lo he visto nunca tan pálido.
LA HEMBRA: Te digo que lo mires.
EL MACHO: Quiero vino. Salomé, ven a beber un poco conmigo.
SALOMÉ: No tengo sed.
EL MACHO: ¿Oyes cómo me contesta?
LA HEMBRA: Tiene razón, lo miras, te burlas siempre.
EL MACHO: Quiero frutas. Salomé, ven a comer frutas conmigo.
SALOMÉ: No tengo hambre.
EL MACHO: Quiero divertirme, Salomé.
LA HEMBRA: Quédate en el lecho.
EL MACHO: Salomé, ven a recostarte junto a mí.
SALOMÉ: No estoy cansado.
LA HEMBRA: Ya ves el aprecio que te tiene.
EN LA LUNA APARECE LA IMAGEN DEL ÁNGEL.
EL ÁNGEL: Este es el día que había yo esperado.
EL MACHO: esa el viento. Háganlo callar.
LA HEMBRA: Tampoco quiero oírlo. El viento siempre grita cosas contra mí. Hazlo callar.
EL MACHO: No puedo.
LA HEMBRA: Le tienes miedo al viento. Le tienes miedo a él.
EL MACHO: No le temo a nada. A nadie.
SALOMÉ: Me tienes miedo.
EL ÁNGEL: Ha llegado el día.
ATRAIDOS POR LOS GRITOS, APARECEN LOS AMANTES, SOBRESALTADOS, EN ROPA INTERIOR.
MUY JOVEN AMANTE: ¡Es el ángel!
EL MACHO: ¡Los ángeles no existen!
JOVEN AMANTE: Puedo verlo.
LA HEMBRA: ¡Cómo me irritan estos hombres! ¡Son estúpidos, completamente estúpidos! MI ABANICO. ¿Dónde está mi abanico? Me asfixian. Mi abanico. Parece que están soñando. No deberían soñar. ¡Los soñadores son unos enfermos!
MÁS ANTIGUO AMANTE: El muy joven amante puede hablar siempre con el ángel.
ANTIGUO AMANTE: Si, es muy cierto. Habla con el ángel.
LA HEMBRA: Débiles, locos. Estos hombres están locos. Miran demasiado a la luna. ¡Débiles! Callen, yo grito que callen.
EL MACHO: (A LOS AMANTES) ¿Es el viento, es Salomé? ¿Lo oyen, lo miran?
EL ÁNGEL: Así los crímenes desaparecerán, las mentiras, y todos los iguales a las mujeres aprenderán a no imitar.
LA HEMBRA: Es el viento, grita contra mi. Me insulta. ¿Dejas que me insulte?
EL MACHO: No ha pronunciado tu nombre.
LA HEMBRA: ¿Qué importa? Bien sabes que es a mí a quien quiere insultar.
EL MACHO: Ya calla, mujer. Quiero que todos llenen sus copas de plata y cristal. Quiero beber a la salud de Salomé.
TODOS: ¡Salomé!
EL ÁNGEL: En este día, el sol se volverá negro como un hilo de pelo. La luna se pondrá roja como la sangre y las estrellas caerán sobre la tierra como higos maduros, y los hombres sentirán el peso del horror.
LA HEMBRA: (AGITADA, PARA SI) Que la luna se ponga roja, que las estrellas caigan sobre la tierra como higos maduros. No soporto esa voz. Manda que calle.
EL MACHO: No comprendo lo que dice, pero quiero oírlo, puede ser un presagio.
LA HEMBRA: No creo en los presagios, no es el sonido del viento, es la voz de un hombre ebrio.
EL MACHO: Acaso un hombre ebrio de tanto vino que hemos derramado.
LA HEMBRA: Ya deja de mirar a Salomé. No debes mirarlo. Te lo he dicho.
EL MACHO: No haces más que repetirlo.
LA HEMBRA: Y lo seguiré repitiendo. No lo mires, te lo exijo, te lo prohíbo.
EL MACHO: El sol negro. La luna roja. Es un presagio, estoy seguro de que es un presagio.
LA HEMBRA: También tú hablas como un loco, desatinadamente. No quiero permanecer más aquí.
EL MACHO: Salomé, baila para mí.
LA HEMBRA: No quiero que baile.
SALOMÉ: No tengo ganas de bailar.
EL MACHO: Salomé, baila para mí.
LA HEMBRA: Déjalo ya.
EL MACHO: Te ordeno que bailes, Salomé.
SALOMÉ: No bailaré.
LA HEMBRA: Ya ves, no te obedece. ¡No se deja arrastrar!
EL MACHO: ¿Y qué me importa que baile o no? No me importa nada. Esta noche me siento feliz, muy feliz. Nunca me he sentido tan feliz.
MÁS ANTIGUO AMANTE: Sombrío aspecto tiene.
ANTIGUO AMANTE: Si, tiene un aspecto muy sombrío.
JOVEN AMANTE: Solo tiene ojos para la luna.
MUY JOVEN AMANTE: Solo ojos y pasión por el ángel.
EL MACHO: ¿Por qué no me iba a sentir feliz? Nada hay en el mundo que pueda alterar mi felicidad y mi placer.
EL ÁNGEL: En su mano llevará un vaso de oro lleno de lascivia. Y un angel herirá su cuerpo y los gusanos lo devorarán.
LA HEMBRA: Ahora habla contra ti, dice que te devorarán los gusanos.
EL MACHO: No es de mí de quien habla. No dice nunca nada contra mí. Pero quizá tenga razón, sé lo que esa voz quiere decir, Me equivoqué contigo. Eres estéril.
LA HEMBRA: ¿Estéril yo? ¿Y lo dices tu que siempre estas mirando a Salomé? Tu que has pretendido que bailara para descargar tus burlas y tus desviadas ansias. Es ridículo que me digas estéril. Yo tengo mil hijos. No soy yo la estéril.
EL MACHO: Repito que lo eres. Pero no es este el momento de hablar de esas cosas. Ahora quiero ser feliz. En verdad, lo soy. Muy feliz. Nada me hace falta para serlo. Más vino.
MÁS ANTIGUO AMANTE: ¡Que aspecto más sombrío tiene ese hombre!
ANTIGUO AMANTE: Si, muy sombrío.
JOVEN AMANTE: Ya no parece un angel.
MUY JOVEN AMANTE: Solo deseo.
EL MACHO: Salomé, Salomé, baila para mí. Te lo suplico. Esta noche estoy triste. Si, muy triste. Al pisar aquí resbalé sobre sangre, y he oído, estoy seguro, un batir de alas, un batir de alas gigantescas. Estoy triste esta noche. Baila, pues para mi, baila para mi, Salomé, y si bailas, puedes pedirme todo lo que quieras, que yo te lo daré. Si. Baila para mi, Salomé y te daré todo cuanto me pidas.
SALOMÉ: ¿Me darás todo lo que te pida?
LA HEMBRA: No bailes, Salomé.
EL MACHO: Todo.
SALOMÉ: ¿Lo juras?
EL MACHO: Lo juro, Salomé.
LA HEMBRA: No bailes. No.
SALOMÉ: ¿Por qué lo juras?
EL MACHO: Por mi cuerpo. Por mi vida.
SALOMÉ: Has jurado.
EL MACHO: Si.
SALOMÉ: Bailaré.
OSCURO.
CUADRO OCTAVO: SALOMÉ Y LA DANZA:
TODOS ESPERAN POR VER BAILAR A SALOMÉ.
JOVEN AMANTE: Va a bailar con los pies descalzos.
ANTIGUO AMANTE: Va a bailar en la sangre. Hay sangre en el suelo. No debe bailar sobre la sangre.
MUY JOVEN AMANTE: Qué importa que baile sobre la sangre. Es la mía.
MÁS ANTIGUO AMANTE: No va a bailar. Yo la conozco mejor que todos ustedes.
MUY JOVEN AMANTE: ¿Qué crees que hará?
MÁS ANTIGUO AMANTE: Mira la luna. Se ha puesto roja, roja como la sangre.
MUY JOVEN AMANTE: Lo dijo el ángel. Que la luna se pondría roja.
JOVEN AMANTE: Y las estrellas caerán del cielo, como higos maduros.
ANTIGUO AMANTE: Y el sol se tornará negro como un hilo de pelo.
MÁS ANTIGUO AMANTE: Es el miedo. Se refiere al miedo.
EL ÁNGEL: ¡Ay!
ENTRAN EL MACHO Y LA HEMBRA. AMBOS DE ROJO.
EL MACHO: Ya está listo Salomé.
EL ÁNGEL: ¿Quién es el que viene con manto teñido de púrpura, deslumbrante en su belleza y vigor. ¿Por qué su manto esta teñido de púrpura?
LA HEMBRA: Otra vez esa voz, me tortura, me desespera. No quiero que Salomé baile. No quiero que lo mires. No quiero estar aquí.
EL MACHO: Te quedarás. Que comience la función.
EL BALCON SE ILUMINA COMO UN CABARET. ARTIFICIAL Y DECADENTE. APARECE SALOMÉ, UN TRAJE DE PASARELA. PELUCA INMENSA. TOTALMENTE TRAVESTI Y BURLESQUE. DOBLA LA CANCIÓN: “BÉSAME MUCHO”. LA INTERPRETE ES LA VOZ ANDRÓGINA DE “FREDDY”, LA CANTANTE Y COCINERA CUBANA. LA TRASVESTI INTERPRETACION ES HIERATICA. LA NO DANZA.
EL MACHO: Déjame verte desnudo y pide lo que quieras, Salomé.
SALOMÉ: Quiero un angel. Quiero la luna.
OSCURO
CUADRO NOVENO: LA CASA DEL JUICIO:
LA CAMA DE SALOMÉ ESTA ENCERRADA EN UNA JAULA ENORME. EL CUERPO DEL ÁNGEL DESPEDAZADO EN DOS. POR UNA PARTE VEMOS SUS PIERNAS Y SU TORSO, DESNUDO Y BLANCO, Y POR OTRA LA CABEZA. SALOMÉ ENAJENADO. HABLA COMO SI EN VERDAD TUVIERA EL CUERPO DEL ÁNGEL PARA AMARLO Y LA CABEZA PARA BESARLA. EL ESPECTÁCULO DE SU LOCURA LO CONTEMPLAN LOS OTROS PERSONAJES.
MÁS ANTIGUO AMANTE: Ha perdido la razón.
JOVEN AMANTE: No podemos dejarlo ahí, encerrado.
ANTIGUO AMANTE: Nada podemos hacer.
MUY JOVEN AMANTE: No lo dejaré ahí.
SALOMÉ: No quisiste dejarme besar tu boca. Ahora la besaré. La morderé con mis dientes, si, besaré la boca de un angel. ¿Por qué no me miras ahora? ¿Por qué están cerrados tus ojos? ¡Abre los ojos! ¿Por qué no me miras, me tienes miedo, angel? No quisiste nada de mí, me rechazaste. Ahora yo sigo viviendo y tu no. Estás muerto y tu cabeza me pertenece. Puedo hacer con ella lo que quiera. Puedo arrojarla a los perros y a las aves. Angel, angel, has sido lo único que habría amado. Todo lo demás me da asco. Pero tú eres bello. Tu cuerpo era una columna de marfil sobre un pedestal de plata. No había nada en el mundo tan blanco como tu cuerpo. No había nada en el mundo tan negro como tus cabellos. En el mundo entero no había nada tan rojo como tu boca. ¿Por qué no me miraste, angel? Si me hubieras visto me habrías amado. Y te amo aún. Te amo a ti. Tengo sed de tu belleza y hambre de tu cuerpo. Y ni el vino, ni las frutas pueden apaciguar mi deseo. ¿Qué voy a hacer ahora?
EL MACHO: Desvaría, me enferma. No quiero seguir aquí. Ya no quiero verla, ni que ella me mire. Ocúltenla a la luna. Ocúltenla de todo, de las estrellas, de nosotros. Empiezo a tenerle miedo.
MUY JOVEN AMANTE: ¿Qué ha sido tu vida, Salomé? ¿Por qué reina ahora el silencio? Ocultaste la belleza que te mostré, y el bien que había en mi, lo olvidaste.
JOVEN AMANTE: No era mala tu vida, Salomé. Las paredes de tus habitaciones estaban pintadas con imágenes de hombres como nosotros. Te amamos, Salomé, entre las sábanas de tu lecho, quedó nuestro semen derramado.
SALOMÉ: (GRITA) No era amor.
ANTIGUO AMANTE: Tu vida ha sido mala, Salomé. Has pagado el bien con la indiferencia, y con el desprecio la entrega. Has herido las manos que te abrazaron y has devuelto olvido a los que te dieron consuelo. El que vino a ti con agua se marchó sediento y al amigo que caminaba en tu compañía lo abandonaste, y a los que te trajeron amor, le diste en pago lujuria.
SALOMÉ: No era amor.
MÁS ANTIGUO AMANTE: Tu vida ha sido mala, Salomé. Tus ídolos no eran de oro ni de plata, ni de otro metal frío como tus joyas, eran de carne y espíritu, que tú burlaste. Has mostrado tu vergüenza y a la luna tu demencia.
MUY JOVEN AMANTE: Todos los hombres matan lo que aman.
JOVEN AMANTE: Unos lo hacen con una mirada cruel.
ANTIGUO AMANTE: Otros con palabras cariciosas.
MÁS ANTIGUO AMANTE: El valiente con una espada. Y el cobarde con un beso.
SALOMÉ: He besado tu boca, angel, he besado tu boca. Había un sabor acre en tus labios. ¿Era el sabor de la sangre? Quizá era el saber del amor. Dicen que el amor tiene un sabor acre, Más, ¿qué importa? He besado tu boca, angel, he besado tu boca.
EL MACHO: ¡Maten a esa Marica!
EL MUY JOVEN AMANTE REPITE EL SUICIDIO. EL JOVEN AMANTE BESA A SALOMÉ. LOS ANTIGUOS AMANTES ENTIERRAN CUCHILLOS EN EL CUERPO DE SALOMÉ. EL ÁNGEL NEGRO CORTA LA CABEZA DE SALOMÉ. LA CABEZA RUEDA A LOS PIES DEL MACHO, QUE BESA LOS LABIOS DE SALOMÉ.
OSCURO FINAL.