Las fiestas dionisíacas eran celebraciones que anualmente se efectuaban para rendir culto al dios de la fertilidad. Apoteosis al aire libre, con vino y ligeros de ropa, por aquello de la carne, en su doble sentido o en su doble discurso. Los hombres de teatro somos dionisíacos, nos gustan los juegos, fiestas y olimpíadas con el vino y la carne desnuda y fresca, aun siendo vegetarianos. En el primer número de EMPORIO conmemoramos los fastos del XX Aniversario del THEJA. En esta ocasión hemos abierto nuestras páginas para encomiar algo que nos atañe directamente a todos, en nuestra tradición e idiosincrasia: Los 400 años del teatro nacional. El teatro venezolano es ya cuatricentenario y para su gala, el sector, junto a las diferentes instituciones, grupos e individualidades, celebramos trabajando esta fecha conmemorativa. Fecha que paradójicamente se desentiende de un Estado ciego, mudo y sordo. Aquel edicto de la Real Cédula de 1595 quedará para los burócratas en el desprecio, ¿olvido?. Gracias a la dialéctica los hombres de teatro somos distintos. Estamos en la otra orilla, en la orilla fértil de Dionisio. EMPORIO hace un pequeño balance de la presencia de la Dramaturgia venezolana en el grupo THEJA… Presenta un panorama gráfico de afiches de obras venezolanas, asumiendo su pasado como la única forma de seguir existiendo en el futuro. Un mañana que Escalona presenta como muestrario con cinco del V Taller de Jóvenes Artistas. Como poste editorial Isaac Chocrón nos cede su letra y su optimismo por seguir creyendo en Utopía, algo por el cual nosotros, los hombres de teatro aún seguimos creyendo como ejercicio vital de la imaginación y la creación. En el pousse-café, nuestra Hada Madrina, Carmen Ramia, aporta su visión gremial y ejecutiva sobre el Teatro venezolano en los tiempos de crisis: “Reinventar Venezuela”. Como el viejo adagio popular, el segundo número de EMPORIO es mejor que el primero y peor que el tercero.
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