“A MARÍA QUERAS TODOS LA LLAMAN MARI”       

DE JOSÉ SIMON ESCALONA

 

DEDICATORIA:

PARA MAIGUALIDA ESCALONA

Y JUAN CARLOS GARDIÉ

Por el Grupo Theja

 

UN AMBIENTE SENCILLO Y REFINADO DE UN PROBADOR DE TALLER DE ALTA​​ COSTURA. UN​​ ESPEJO​​ DE CUERPO ENTERO,​​ ​​ UN MANIQUÍ DE COSTURA​​ QUE EXHIBE LA​​ ÚLTIMA​​ CREACIÓN DEL TALLER: UN TRAJE DE NOVIA.​​ DOS​​ CÓMODAS​​ POLTRONAS​​ DE ESTILO.​​ LÁMPARAS.​​ 

 

EL FINAL DE LA TARDE ENCUBRE A LA ABSTRAÍDA MARI,​​ ESTA HIPNOTIZADA ANTE EL ESPECTRAL TRAJE DE NOVIA.​​ 

 

NARCISO:(EN OFF) ¡Mari! ​​ (PAUSA) ¡Mari!

 

IRRUMPE NARCISO,​​ ESTRIDENTE. ENCIENDE LUCES.

 

NARCISO:¡Embebida!​​ Todo el santo día, Mari. Un horror. Ese traje te tiene ida, lela, mi amor. Desde el primer boceto​​ con tanto misterio. A mí​​ los trajes de novia me parecen una cosa pavosísima, un fastidio, Mari. Yo no entiendo como una mujer puede anidar sueños y desvelos ante una cosa tan fatídica como un traje de novia.

 

MARI:Una joya.

 

NARCISO:Recuperando el ​​ habla.

 

MARI:¿No llamó?

 

NARCISO:No.

 

MARI:Ya es tarde.

 

NARCISO:Y también la​​ conciencia. Hace rato dieron las seis, y yo estoy agotado.

 

MARI:¿Crees que venga?

 

NARCISO:Con él nunca se sabe.

 

MARI:Siempre una sorpresa.

 

NARCISO:Una desconsideración.

 

MARI:Deberías sentirte agradecido.

 

NARCISO:Cansado, exhausto.

 

MARI:Puedes irte, yo me quedo y espero.

 

NARCISO:Esperar qué, Mari.

 

MARI:Esperar.

 

NARCISO:Llevas años en eso, Mari.

 

MARI:No sigas, Narciso.

 

NARCISO:Claro que voy a seguir. A mí me indigna ver como una mujer puede pasarse​​ toda la vida esperando​​ un imposible.

 

MARI:Imposibles esperan los poetas.

 

NARCISO:Pero tú eres una modista, una simple costurera.

 

MARI:Ya no tan simple, Narciso. Él me hizo diferente. A veces​​ me siento tentada a dibujar, diseñar vestidos, volverme loca y cambiar los patrones por unos distintos, nuevos, que me salgan de las manos libres, dejar que las tijeras tomen el rumbo de mis emociones.

 

NARCISO:Mari, estoy anonadado.

 

MARI:¿No me crees​​ capaz​​ de diseñar​​ mis propios trajes?

 

NARCISO:Él no te dejaría.

 

MARI:¿Cómo puedes estar tan seguro?

 

NARCISO:Porque todo lo critica. Todo le parece mal.

 

MARI:Es un Artista.

 

NARCISO:Engreído.

 

MARI:Exigente.

 

NARCISO:Un tirano.

 

MARI:No, Narciso. Tu no lo entiendes porque todo lo miras de una manera muy alegre y superficial. Detrás de eso que llamas tiranía hay una búsqueda de la perfección. No duerme, no vive, no ocia como todos los demás, él es único. El​​ mejor. Y yo me siento agradecida porque a su sombra aprendí a disfrutar de la imaginación.

 

NARCISO:Una mujer enamorada.

 

MARI:Aquí tienes este vestido, Narciso. Ahí sentada, mirándolo, enamorada, así me conseguiste porque lo vi claro. Es una obra perfecta de su ingenio y de mi interpretación de sus líneas. En eso pensaba,​​ tengo que esperarlo y​​ saber​​ qué​​ dirá​​ al verlo​​ terminado.

 

NARCISO:Te aseguro que no le parecerá perfecto.

 

MARI:Estoy tan ansiosa, Narciso.

 

NARCISO:Te vas a decepcionar.

 

MARI:Cada detalle de ese vestido, cada una de las costuras y​​ de sus pliegues, esta​​ revisado una y mil veces. Desde​​ que​​ vi los primeros bocetos,​​ sabía​​ que algo grande, importante, hay detrás de este vestido para él.

 

NARCISO:No tiene sus medidas.

 

MARI:Cínico.

 

NARCISO:¿Mari, no te parece extraño que ni siquiera conocemos a la clienta?

 

MARI:Al menos sé que tiene mis exactas medidas.

 

NARCISO:Por eso tanta atracción por ese vestido.

 

MARI:Desde un principio dijo que era algo especial.

​​ 

NARCISO:Tan especial que apenas conocemos pormenores del caso. Él que es tan estricto con las menudencias. Veinte, cincuenta veces​​ tengo que repasar cada patrón, cada retazo, y cada uno de los ítems que debemos llenar en la planilla de la clientela. Una vez una señora, muy chic,​​ glamurosa​​ ella, le dijo, chico: pero, ¿tú​​ me vas a hacer un vestido o una biografía?​​ Porque hasta le pregunto el lugar donde nació.

 

MARI:El clima de donde se nace no se pierde nunca, y tiene mucho que ver a la hora de diseñar una elegancia.

 

NARCISO:Una exageración.

 

MARI:Una​​ exquisitez propia de su genio;​​ las clientes​​ valoran​​ sus exigencias hasta convertirlas en parte fundamental de su extraordinaria personalidad, no en vano tiene fama de excéntrico.

 

NARCISO:También de narcisista, egoísta, pichirre y pederasta.

 

MARI:¿Cómo puedes hablar así?

 

NARCISO:Lo conozco.

 

MARI:Lo envidias.

 

NARCISO:No, querida, en todo caso siento lastima por él, y gracias que puedo decirlo y no parecer una loquita histérica con un ataque de celos.

 

MARI:Es un hombre muy recto.

 

NARCISO:Famoso por ello.

 

MARI:Nadie puede comentar sobre un desliz o una locura en ese sentido.

 

NARCISO:Por favor, Mari,​​ está​​ bien que te hagas la inocente, pero yo lo conozco perfectamente bien, como tú​​ jamás​​ podrías conocerlo. Dormí​​ en​​ su antiguo​​ apartamento de pobre, antes de​​ mudarse a​​ la​​ mansión.

 

MARI:No tienes derecho a recordar eso.

 

NARCISO:Todo el derecho del mundo, y​​ ​​ también. Llegaste un día cualquiera preguntando si necesitaba una muchacha para la limpieza…​​ 

 

MARI:Todo estaba muy aseado, me impresionó que un hombre pudiera tener tanto orden y pulcritud a su alrededor a pesar de vivir solo.​​ 

 

NARCISO: No​​ vivía solo. Estaba yo.

 

MARI:Te dejaba pasar las noches en su casa.

 

NARCISO:En su cama.

 

MARI:Basta ya, Narciso, no lo soporto. Sabes que me haces daño, me hieres con tus comentarios amargos y malintencionados.

 

NARCISO:También​​ yo lo sufrí. Y aquí estoy, sobreviviéndolo.

 

MARI:Eres alguien gracias a él, como yo.

 

NARCISO:¡Alguien! ¿Tú​​ y yo, alguien? Unos pobres diablos, María. Adefesios, esperpentos. Unas sombras, unos sirvientes de su egolatría.

 

MARI:Seguidores de​​ su arte. Estar junto a él nos​​ convierte también en artistas. Deberías estar orgulloso.

 

NARCISO:No lo conoces como yo.

 

MARI:Lo conozco mejor que​​ tú, porque puedo verlo con claridad​​ en​​ cada una de​​ sus creaciones,​​ su​​ inspiración​​ es​​ excepcional.​​ 

 

NARCISO:No es un Dios.

 

MARI:Alguien muy grande.

 

NARCISO:Estas enferma, ya lo veo.

 

MARI:No, Narciso, estoy​​ agradecida de esta vida.

 

NARCISO:Pobre mujer. Tanto elogio y ensalzamiento, aplausos y encomio te postran en un perverso fanatismo que te veda la realidad. Tu enfermedad, Mari, es tan maligna como el amor.

 

MARI:Nadie con alma puede decir eso del amor.

 

NARCISO:No quiero caer en ese tema.

 

MARI:Es el tema de su obra. Todo para él es el amor.

 

NARCISO:¿Cómo puede alguien que no conoce el amor, crear sobre él?

 

MARI:Porque lo busca, porque no tenerlo lo impulsa hacia ese sentimiento, hacia la emoción del amor.

 

NARCISO:No, querida Mari, el ​​ amor es algo sencillo, común a todos los hombres,​​ como todas las emociones y los sentimientos, lo único que nos une y nos​​ iguala. Solo que algunos lo encuentran con facilidad en su camino y a otros se nos​​ convierte en un angustioso laberinto​​ sin​​ fin.​​ 

 

MARI:Yo lo encontré a él, Narciso, y lo supe apenas abrió la puerta de aquel viejo apartamento donde fui buscando trabajo y encontré mi felicidad.

 

NARCISO: ​​ ¿Y no te importa que ese amor sea irrealizable?

 

MARI:Yo lo tengo a él, yo lo siento​​ conmigo​​ en cada una de las labores que realizo para él, para su arte. A través de sus diseños puedo amarlo con toda la intensidad de​​ mis sentimientos.

 

NARCISO:El amor necesita concreción, mujer.

 

MARI:Para los que tienen​​ necesidad de concreciones, Narciso. Adoro cada día​​ cuando llego a este taller y tomo​​ sus lápices y sus tijeras​​ entre mis dedos. Cuando ensarto sus agujas y veo al final​​ este traje​​ que él soñó.​​ Lo amo en la imaginación y en sus ideas maravillosas.​​ ¿Acaso no puedes entender ese tipo de amor, Narciso?

 

NARCISO:No, Mari, y me atrevo a decirte, con todo el respeto que​​ merecen tus sentimientos, y sin que haya ni asomo de cinismo en mis palabras, que todo eso me parece aborrecible, que no encuentro belleza en​​ la sublimación, ni​​ placer en las emociones​​ Platónicas, aunque reconozco una extrema tentación al onanismo, mi​​ inclinación viciosa hacia la íngrima satisfacción de mis ansias y apuros.​​ 

 

MARI:Eres prosaico, Narciso.

 

NARCISO:No, querida, un común y descreído de ese amor que​​ ​​ puedes transferir al arte con​​ espantosa desviación.

 

MARI:Desviada es tu apetencia, Narciso.

 

NARCISO:Hasta que al fin das muestra de​​ pertenecer a este mundo, mujer.​​ Tan desviada es mi inclinación como la de tu idealizado amor.

 

MARI:Perdóname.

 

NARCISO:Yo no tengo nada que perdonarte, Mari, ni que perdonarme a mí mismo.​​ También yo soy feliz con lo que soy.

 

MARI:Entonces me entiendes.

 

NARCISO:Nos entendemos, María Queras.​​ 

 

MARI:Tenemos tanto​​ tiempo a su lado. Yo sé que​​ tú esperabas algo​​ más​​ que una aventura. Pero hay cosas que​​ no se pueden pedir a las personas​​ si son contrarias a su propia naturaleza. También yo me confundí, y llegue a pensar que de tanto estar a su lado, que de tanto querer, podía inventar una​​ esperanza. Yo trabajaba horas de desvelos para acompañarlo, para ganarme un poco de esa suave sonrisa de satisfacción que ilumina​​ su rostro y​​ mis sentidos. También te vi​​ consumar los mismos sacrificios,​​ gozar de su gesto de alegría, reírnos​​ juntos ante sus hallazgos y llorar​​ sus fracasos y dolores.​​ Me sentía tan unida​​ a ti como si compartiéramos un mismo corazón.​​ Latían juntos, en intensidad y acompasadamente. Sin​​ celos, porque nosotros dos ya​​ estábamos​​ unidos en la desgracia de no tenerlo. Aprendí a quererlo​​ tal como es. Y ese día entendí mi amor.

 

NARCISO:Y yo el despecho.​​ Me dejó​​ por mi culpa, Mari. Yo apenas empezaba esta vida. Recién descubría estos placeres que él mismo me enseñó. Le fui infiel y​​ lo perdí. Un solo error lo decepcionó de mí. No estuve a la altura de sus​​ exigencias.​​ ¿Por qué me equivoqué?

 

MARI:Por querer​​ más​​ de lo que podemos tener.

 

NARCISO:Yo no me conformo.

 

MARI:Amar no es conformidad.

 

NARCISO:Tampoco es aceptar las sobras.

 

SUENA UN TIMBRE.

 

MARI:¿Esperas a alguien?

 

NARCISO:Siempre espero, pero algo más tangible que​​ tú, querida. Iré a ver de quien se trata.

 

MARI:Él no toca el timbre,​​ jamás​​ deja sus llaves. (MIRANDO EL VESTIDO)​​ ¡Qué misterio envuelve este​​ vestido! ¿Qué será?

 

NARCISO:Un mensaje.

 

MARI:¡Un sobre lacrado!

 

NARCISO:Reconocidos y selectos sobres lacrados​​ de la casa. Tiene tus señas: A María Queras.​​ Es para ti,​​ Mari.

 

MARI:No puede​​ ser, esos sobres son los que él usa​​ para anunciar novedades a las clientas distinguidas.

 

NARCISO:Nunca confundiría este detalle. Son​​ diferentes​​ a las tarjetas​​ para enviar felicitaciones, también a las esquelas que anotan sus instrucciones.

 

MARI:¿Por qué lo envía a mi nombre?

 

NARCISO:Solo abriendo el sobre podremos saberlo.

 

MARI:No me atrevo, Narciso.

 

NARCISO:Puedo abrirlo por ti.

 

MARI:Seria una imprudencia.

 

NARCISO:No tan grande como la curiosidad.

 

MARI:Tengo que abrirlo.

 

NARCISO:Esa es una decisión.

 

MARI:Tengo miedo.

 

NARCISO:¿Qué esperas, mujer?

 

MARI:Nunca concreté mis esperas, Narciso.

 

NARCISO:Te llegó la hora, María Queras.

 

MARÍA QUERAS ABRE​​ EL SOBRE. HAY UN SILENCIO. MARI​​ MIRA​​ EL VESTIDO.

 

NARCISO:¿Qué dice?

 

MARI:El nombre de la dueña del vestido.

 

NARCISO:¿Quién?

 

MARI:Soy yo.

 

NARCISO:No voy a creerlo.

 

MARI:Puedes verlo​​ ​​ mismo.

 

    ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ MARÍA LE EXTIENDE EL SOBRE. MIENTRAS NARCISO LO LEE, MARÍA​​ VA HASTA EL VESTIDO.

 

NARCISO:Dice diseño exclusivo para María Queras.

 

MARI:Con mis exactas medidas.

 

NARCISO:Y te ofrece matrimonio.

 

MARI:​​ Nunca concreté mis esperas.​​ ¿Qué​​ hago ahora, Narciso?​​ ¿Se pueden alcanzar los sueños?​​ Yo misma no me atreví a confesarme esta esperanza. Ser su esposa, Narciso.​​ 

 

NARCISO:Mari. ¿Qué​​ haces?

 

MARI:Llevar este vestido. Esta ilusión, este amor.

 

MARÍA QUERAS SALE CON EL TRAJE PARA EL PROBADOR.​​ 

 

NARCISO:La nota, no terminaste de leer la nota.

 

MARI:(EN OFF) Léela​​ tú, Narciso, mientras me pruebo el vestido.

 

NARCISO ANONADADO SIGUE LEYENDO LA NOTA.

 

NARCISO:Dice que​​ mereces llevar su apellido, que tú eres parte de su éxito, que​​ todos estos años a su lado​​ te dan​​ derecho sobre​​ su fortuna, que nadie mejor que tú para​​ preservar su​​ marca​​ ahora que la vida...​​ 

 

  ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ NARCISO SE CALLA. APARECE MARÍA QUERAS CON EL TRAJE PUESTO, SE PARA EN MEDIO DE LOS ESPEJOS.

 

MARI:¿Cómo me ves,​​ Narciso?

 

NARCISO:Mari, tienes que escuchar el fin de la nota.

 

MARI:Sigue: “Ahora que la vida...”

 

NARCISO:“Ahora que la vida se le acaba”. Tiene Sida.

 

MARI SE CONGELA EN SU ESPLÉNDIDO TRAJE DE NOVIA.

OSCURO FINAL:Caracas, Mayo 1998

“GROSERA”              

TEATRO BREVE de José Simón Escalona

 

  ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​ ​​​​ LA SEÑORA ENTRA CON UNA CAMISA EN LA MANO, SACA UNA MESA DE PLANCHAR, LA PLANCHA, LA ENCIENDE. EL ROCIADOR DEL AGUA CON ALMIDÓN PARA LA CAMISA.

 

SEÑORA:¡El recontracoño de tu madre, chulo de mierda! Un partido de lameculos, jalabolas y mamagüevos son todos ustedes. Hipócritas, fariseos, embusteros. ¡Comunistas! Estoy harta de comenzar el día aguantándome tu peorrera, el mal olor a pacuso y tu alma inmunda, no joda. ¡¿Hasta cuándo?! Yo te veo ahora y me pregunto qué te vi cuando tenía diecisiete años para enamorarme de ti; porque desde esa época, cuando entré a la universidad central, eras un sucio, desarreglado, con una barba​​ enmarañada,​​ hediondo a mariguana, flaco, desencajado y dándotelas de​​ intelectual detrás de unos lentecitos redondos como si fueras un cantante viejo de rock. Una buscona de la facultad de arquitectura me dijo, mírale el​​ bojote. Ese hombre es pura pinga, ponle el ojo, mana, porque un güevo grande es lo que hace falta para la felicidad; y esa vaina me la creí, hasta el día de la boda cuando descubrí que el paquete era pura bola y nada de​​ palo, como todo lo tuyo: burla y mentira.​​ Lo enjuto también lo llevabas​​ entre las piernas, como la falta de carácter​​ y sangre que descubrí con los​​ años de decepciones y rencores. Pero claro, como yo era demasiado​​ joven, hija única de familia clase obrera del oeste​​ y demócrata cristiana,​​ me jodí: matrimonio eclesiástico mediante quedé ensartada en este rosario de amarguras que me has dado por calvario. Y no me vengas con la​​ mierda de los hijos que me diste, esos desgraciados en lo que se dieron cuenta que su padre era un güevón, flojo y engañosamente socialista,​​ decidieron irse para el carajo por la vergüenza de ser reconocidos como la prole de un blandengue, alcohólico, alcahueta y como si fuera una pendejada, un orgulloso revolucionario de pacotilla. ¡Gran vaina! Como si la historia de este país no demuestra que las revoluciones para lo​​ único​​ que sirven en esta tierra de desgracias son para joder a los pobres, llenar​​ las​​ calles de héroes muertos y dejar las arcas asaltadas. Un país incendiado por los cuatro costados,​​ saqueado por los que se dicen​​ defensores de la patria y lo único que hacen es confabularse con la insepulta capitanía general, con el cuartel que somos desde que nos trajeron una caterva de muertos de hambres, ladrones, criminales y viciosos en La Pinta, La Niña y La Santa María.

 

CACIQUE:​​ (EN OFF) ¡Mujer, deja la gritadera tan temprano y termina de plancharme la camisa!​​ 

 

SEÑORA:Ese es mi marido, flojeando en la cama y luego una hora cagando mientras​​ se afeita y me deja el reguero para que yo lo limpie. Y aquí estoy yo, planchándole la camisa para que se vaya al ministerio a medrar. Pasar​​ todo el puto día echa´o en un mueble, hablando pendejadas y aplaudiendo​​ todo lo que dicen los mandamases; desde el gran cacao del coroto, hasta​​ el último güelepeos del partido de gobierno. Tu verdadera chamba es ser​​ un títere de guante, te meten la mano por el culo y mueves la boca con la​​ voz de otro. Y encima te justificas diciendo que eres un carajo​​ comprometido con tus ideales. Qué vas a saber tú, bruto, ordinario, lo que​​ son ideas si nunca en tu vida te leíste siquiera un periódico viejo; diez años​​ en la universidad sin graduarte porque tenías una fingida misión con la​​ izquierda estudiantil, pero en realidad siendo un drogómano empedernido,​​ oportunista ​​ y pendenciero. Un resentido de​​ mierda por inculto, incapaz y​​ huérfano. Como si esa vaina fuera culpa de los demás.​​ 

 

CACIQUE:​​ Mi amor, los vecinos están hartos de tus trinos mañaneros.

 

SEÑORA:Ahora le importan los vecinos, no me jodan, como si el vecindario no​​ supiera el gran carajo traidor, mentecato y bandido que eres tú y los de tu calaña. Hay días como hoy que me​​ provoca agarrar un megáfono y​​ ponerme a gritarle a todo el mundo que se levanten de la cama, que​​ reclamen que no tienen transporte decente para ir a trabajar, que se​​ arrechen por la falta de agua y electricidad. Insultarlos para ver si​​ reaccionan y dejan de comportarse como unos becerros, culillúos y​​ malcogidos.

 

CACIQUE:​​ ¡Amor, ya terminando de enjuagarme la boca!​​ 

 

SEÑORA:¡Amor un coño! ¡¿Cómo es posible que este cínico todavía me llame amor​​ y yo me lo tenga que aguantar mientras​​ plancho esta ñoña?! ¿Quién me​​ mandó a casarme con este mojón de mierda? ¡Esto me pasa por​​ pendeja! Me dejé enamorar con el falso cuento​​ del pobrecito, del humanista,​​ del joven estudiante sensible y justiciero. Pero aquí me​​ tienen,​​  veinte​​ años después mamándomelo, como​​ la señora culo, porque esa soy​​ yo, el culo flojo del enchufa´o del tercer piso, que vive en el mismoapartamento​​ que me dio como regalo de​​ bodas mi abuelo guayanés, del​​ Manteco para más señas. Pobre​​  viejo, seguirá revolviéndose en la tumba,​​ porque ese si fue un hombre visionario, me lo​​ dijo clarito: ese holgazán no​​ sirve para nada, ni siquiera para darte​​ buenos hijos, porque no tiene​​ cojones. Y aquí estoy, carajo, la denigrada de un chulo coño de su madre y​​  vergatario pasa culo.

 

CACIQUE:​​ (EN OFF) ¡Mujer, deja la refunfuñadera​​ y termina la camisa que voy ​​ a​​ llegar tarde al ministerio!

 

SEÑORA:¡Gran vaina! Porque el país se va a caer si​​ tú no llegas a dormitar en la​​ puerta del ministro. Portero de mierda, poco​​ hombre, sanguijuela. Te vas a​​ graduar de jalabola, de paga peos, de chantajea´o con el sueldo miserable​​ y las promesas de libertad que te repiten en cada campaña electoral, pata​​ en el suelo, Juan Bimba, engatusa´o.​​ 

 

CACIQUE:​​ Amorcito, ya me puse las medias.​​ 

 

SEÑORA:¡Chupamedias! ¡¿Qué vaina tan nefasta es el amor que sirve para embaucarla a una?! ¿Cómo es posible que​​ yo siga amarrada a un zángano​​ como este? Un supuesto pingón que ni​​ para darme una buena cogida me​​ sirve. Yo sé que me tengo merecido este calvario, por ​​ crédula, por ilusa y sentimental. ¡¿Qué espero,​​ no joda, para​​ irme también para el carajo?!​​ Bien lejos de este fantoche, corrupto y güevofrio.

 

CACIQUE:​​ (EN OFF) Cinco minutos y estoy listo, amorcito.

 

SEÑORA:Ni cinco minutos aguanta el despaloma´o, polvo e´gallo, egoísta. Megalómano, sicópata. ¿Cómo el amor puede convertirse en odio? ¿Por qué nos ciega y cuando descubrimos verdaderamente al otro nos dejamos arrastrar al punto de convivir con un ser repulsivo? ¿Qué mierda es esta de matrimonio? Una mujer como yo, preparada, educada por unos padres trabajadores y sanos, nacida del amor y la esperanza, ¿cómo caigo en esta relación sádica, enfermiza, denigrante? ¿Alguien puede explicarme​​ porqué los seres humanos somos tan erráticos respecto al amor? Presa​​ fácil del autoengaño y el vicio de no poder liberarnos de quien nos hace​​ tanto​​ daño. ¡Qué mala costumbre la del amor que​​ se​​ convierte en ultraje! Y​​ no​​ estoy​​ hablando de feminismos porque ese gran carajo que está​​ esperando​​ la camisa planchada, jamás me ha puesto un dedo encima, no​​ porque no quiera sino porque le tiene miedo a mis reacciones. Un solo​​ pescozón y lo plancho. Le corto las bolas,​​ aunque nació capa´o, porque de​​ nada le sirvió lo varón. Hombre es el que sabe​​ defender su casa, su​​ dignidad,​​ el suelo que pisa, y tampoco estoy hablando de política porque​​ esa es una casta que tampoco entiendo. Movidos por la ambición del​​ poder,​​ terminan al igual que yo, acostumbrados​​ a dejarse joder, a aguantar el azote,​​ el desánimo y rendidos por el miedo. ¡El miedo! ¡Qué vaina tan​​ grande es el miedo! ¡Qué miedo es este que me tiene atada a este​​ sinvergüenza, cobarde​​ y pusilánime! Un bandido que me roba todo: la​​ autoestima, la razón y me mantiene prisionera, planchándole la ropa.

 

CACIQUE:​​ (EN OFF) Esperando la camisa, amorcito.​​ 

 

SEÑORA:¿Y yo qué puedo esperar? ¿Que venga​​ un extraño a rescatarme de mi​​ propia fatalidad? ¿Es ese el delirio que me queda? ¿Encomendarte a Dios,​​ rezar y esperar el milagro que hasta el propio​​ Papa se desmarque del​​ populismo? (GRITANDO ENLOQUECIDA) Vecina, ¿usted consiguió leche pa´​​ los carajitos? Vecino, ¿consiguió trabajo que le recompense la faja´?​​ ¿Tienen hambres, grandísimos pendejos? ¿Medicinas pa´ los viejitos? Porque​​ no solo de pan vive el hombre, coño, y es verdad, todo comienza​​ por la barriga pero no puede quedarse ahí. Somos seres humanos, carajo,​​ tenemos necesidad de curiosear, de​​ descubrir vainas dentro de uno​​ mismo, de emocionarnos con un atardecer y aprovechar la mañana para​​ pensar, no joda. ¿Hasta cuándo se​​ me va la vida al lado de este​​ mequetrefe? ¿A que me estas​​ empujando ahogándome en barro?​​ ¿Cuándo voy a reaccionar?

 

CACIQUE:​​ Ya estoy listo, amor.

 

SEÑORA:Ya estoy lista para asesinarte, malnacido hi´deputa. Con esta​​ arrechera​​ por tanta mengua, enfermedad y traición.​​ Tan impotente como tú, vencida​​ por el dolor y la desesperanza. Está lista tu camisa, desgraciado, tu​​ camisa​​ roja como la sangre que te falta en el pecho para morir con dignidad. Tu​​ camisa roja marxista que te robó el aliento y tus deberes para ser un​​ verdadero hombre, y librar a tu familia y a​​ tu país de esta peste, cabrón,​​ bolsa, comemierda, malandro, malparío, pajúo, ​​ relambechupaverga.

 

CACIQUE:​​ (EN OFF) ¡Vergación, amor! ¡Cómo me pude casar con una mujer tan​​ grosera!

 

SEÑORA:(PAROXÍSTICA)​​ ¡¿Grosera yo?! ¿Grosera me estás diciendo,​​ wircho güevón?! Grosera será el coño de tu madre,​​ grosera la pepa de tu culo que​​ o tiene valores ni un carajo. Grosero el ministro al que le haces la paja​​ mientras te roba. Grosero el gobierno que aúpas y te tiene mancito​​ como​​ un majunche trimardito. No joda, grosero este país.​​ 

 

José Simón Escalona

Mayo 2018

 

 

“BELLEZA”                     

Teatro Breve de​​ Jose Simon Escalona, sobre los diálogos de​​ PLATÓN.

 

CUADRO ÚNICO:

 

UN TELÓN DE FONDO INSPIRADO EN EL CUADRO “LA ESCUELA DE​​ PLATÓN” DE JEAN DELVILLE. EN UNA CHASE LONG, DORMITA EL MUY JOVEN​​ FEDRO, APENAS CUBIERTO POR UNA TOALLA DE BAÑO.LA LUZ ES LA DEL OCASO.

ENTRA​​ PLATÓN, AVANZADO EN LOS TREINTA DE EDAD. CONTEMPLA AL MUCHACHO EN SU ESPLÉNDIDA BELLEZA.​​ SE ESCUCHA MÚSICA DE WAGNER AL FONDO.

 

PLATÓN:La belleza es un ideal. Imposible materializar, y sin embargo la realidad trata de imitarla, fotografiarla por un instante en nuestro breve y doloroso mundo.

 

FEDRO:Hoy no estoy para tus discursos.

 

PLATÓN:Escuché el agua de la ducha caer sobre​​ tu cuerpo, mientras intentaba​​ diálogos en el blanco virtual.​​ Y luego te descubro ahí, echado, dormitando​​ y triste, a esta hora que aproxima la noche que tanto gustas.​​ 

 

FEDRO:No tengo ánimos para vestirme y salir.

 

PLATÓN:No hace falta ser sabio para saber​​ que estás de mal humor. Hasta​​ olvidaste el teléfono móvil.

 

FEDRO:Ni el ejercicio ni la compañía de Líseas ha mejorado el domingo.

 

PLATÓN:​​  ¡Puedo hacer algo para reparar el día!

 

FEDRO:​​  Nunca me escuchas, te concentras en tus circunloquios y te abstraes de todas las cosas vanas de este mundo.

 

PLATÓN:Tal cual dices que sucede cuando estas con tu mejor compañero. ¿Qué pasa entre tú y Líseas?

 

FEDRO:Discutimos sobre el amor.

 

PLATÓN:Escucho.

 

FEDRO:(SE ANIMA) Líseas prefiere la compañía de un hombre que no ama, que la de un enamorado.

 

PLATÓN:​​  Una idea muy popular hoy día.

 

FEDRO:Quisiera tener el talento para hacerlo cambiar esa idea, pero no soy tan​​ inteligente ni culto para ello.

 

PLATÓN:Te conozco como a ​​ mí mismo.

 

FEDRO:¿Eso qué quiere decir?

 

PLATÓN:Que tanto te ha molestado su discurso,​​ que prefieres el silencio para​​ reflexionar y luego arremeter con la razón.

 

FEDRO:Detesto la violencia.

 

PLATÓN:Somos uno.

 

FEDRO:Líseas hizo valer sus argumentos para preferir el amigo frío en contra del​​ amante apasionado.

 

PLATÓN:Y Líseas conjetura sobre lo mucho que te estimo.

 

PAUSA TENSA.​​ FEDRO​​ SE INCORPORA. CASI DESNUDO.

 

FEDRO:Quiere saber si eres mi amigo o mi amante.

 

PLATÓN:​​  Según creo, me observo a mí mismo y busco saber si soy un monstruo o​​ un animal más dulce, más sencillo, con apenas una chispa de divina​​ sabiduría.

 

FEDRO:Eres un hombre extraordinario.

 

PLATÓN: Déjame instruirme. Aprender del discernimiento de otros. Un buen recurso​​ para curarnos de este humor casero.

 

FEDRO:​​  Escucha. Conoces todos mis sentimientos,​​ Platón, pero no pude​​ responder​​ a su pregunta. Líseas esgrimió sus argumentos: según él, los​​ amantes,​​ una vez satisfechos se arrepienten de todo lo hecho por​​  poseer al sujeto de su pasión. Pero, y repito sus palabras, los que no​​ sienten amor no​​ temen arrepentirse, porque no​​ es la fuerza de la pasión​​ los​​ que los mueve, si no hacer el bien de​​ la amistad. Cuando el amante y​​ su falaz pasión muda a la persona que ama, no dudará en sacrificar sus​​ antiguos amores a los nuevos, y si el que ama​​ hoy se lo exige, perjudica al​​ que amaba ayer. Los mismos amantes confiesan que su espíritu está enfermo y no pueden dominarse en su delirio. En cambio aquel que no se​​ deja extraviar por el ardor del amor, preferirá la seguridad de una amistad,​​ lejos de las dudas y los celos. Por otro lado,​​ la mayor parte de los amantes​​ se enamoran de la belleza del cuerpo, y así no puede asegurarse si su​​  afecto debe sobrevivir a la satisfacción de sus deseos. El amor es mucho​​  menos digno de envidia que de compasión.​​ 

 

PLATÓN:​​  Y ahora dudas sobre nuestros sentimientos.

 

FEDRO:No busco en nuestra intimidad un placer​​ efímero, para luego entregarme​​ por egoísmo a odios y resentimientos contra todos los que te rodeen y​​ admiran. La amistad, en cambio, ni el tiempo la podrá debilitar. Nuestra​​ relación, lejos de dañarnos, nos debe ser útil a ambos.

 

PLATÓN:Noto tu entusiasmo.

 

FEDRO:¿Acaso te burlas?

 

PLATÓN:​​  Temo no tener respuestas.

 

FEDRO:Te conozco como a mí mismo. Habla.

 

PLATÓN:​​  Me parece, querido​​ FEDRO, que Líseas no​​ pueda estar satisfecho de sus​​ comunes argumentos.

 

FEDRO:¿Cómo rebatirlos, entonces?

 

PLATÓN:Me inquieta no encontrar esas respuestas dentro de mi ingenio.

 

FEDRO:¡Ahora te muestras tan implacable como tu maestro Socrates!

 

PLATÓN:No te haré maliciosas preguntas, si te refieres a la “ironía socrática”, ni​​ tampoco me arriesgaré a ser condenado a la cicuta por llevar a la juventud​​ por caminos equivocados. Una juventud que empieza a escapárseme​​ desde la muerte de mi maestro y guía. Ahora me veo en ti, me recuerdas​​ al muchacho que fui delante de Socrates con igual arrebato. Creyendo​​ sustituir mediante el arte de la forma con la pobreza de invención.

 

FEDRO:¡Escucho la academia del gran​​ PLATÓN!

 

PLATÓN:No ataco al que amas.

 

FEDRO:​​  ¿Qué tienes que alegar?

 

PLATÓN:Es verdad que el amor es un deseo, pero el deseo de los​​ cuerpos​​ hermosos no es siempre el amor ¿Cómo distinguir al que ama y al que no​​ ama? El uno es el deseo instintivo del placer, y​​ el otro el gusto reflexivo de​​ la belleza. Cuando ambos principios​​ están en armonía ya uno y otro​​ triunfan conjuntamente. Cuando el gusto​​ de lo bello, inspirado por la​​ razón, se apodera de nosotros, se le llama sabiduría; cuando el deseo del​​  placer irracional nos domina, se le nombra ignorancia. Pero cuando el​​ deseo espontáneo se entrega al placer de la belleza, se le llama amor.

 

FEDRO:Un juego de palabras.

 

PLATÓN:​​  Divinas palabras que tu inspiras.

 

FEDRO:A causa de mis trastornos por Líseas.

 

PLATÓN:Continuemos sin perder de vista nuestros​​ principios. Estamos de acuerdo​​ con Líseas en que el hombre enamorado se vuelve celoso, queriendo​​ cegar la mirada de su amante porque​​  no​​ quiere que su amado lo compare​​ y vea cuan egoísta son sus míseros miedos y efímeros apetitos. Como el​​ lobo ama al cordero, el amante ama al amado.

 

FEDRO:¿Qué ventajas ofrece entonces el hombre no enamorado?

 

PLATÓN:¡Me avergüenza hacer el panegírico del amigo sabio!

 

FEDRO:​​  No soy tu cordero ni tampoco eres mi lobo.

 

PLATÓN: Sigamos, entonces, y parafraseemos​​ a mi maestro Sócrates, pues el​​ verdadero conocimiento tiene que salir del interior de​​ cada uno. No puede​​ ser impuesto por otros, y solo el razonamiento que llega de nosotros​​ mismos es el verdadero juicio.

 

FEDRO:​​  Una voz divina que no encuentro en mí.

 

PLATÓN:Somos uno.

 

FEDRO:Este joven que soy está cerca de ti, y estaré siempre a tu​​ lado por el​​ tiempo que lo desees,​​ Platón.

 

PLATÓN:No hay nada verdadero, mi querido joven,​​ en las palabras de Líseas. No​​ hay que desdeñar a un amante apasionado y abandonarse al hombre sin​​ amor, por la sola razón de estar el uno delirante y el otro en​​ su sano juicio.​​ El delirio no siempre es un mal, sino todo lo​​ contrario cuando se convierte​​ en inspiración, en poesía, en arte, en sabiduría, en ideal y éxtasis divino. En Belleza. Para creerle a Líseas sería preciso juzgar que el delirio que​​ inspira el amor no quiera el mayor bien,​​ ni para el amante, ni para el​​ amado. Yo creo que ese loco amor, como las ilusiones y los sueños, nos​​ conduce a la felicidad, y la felicidad es el principio de nuestra existencia, el​​ alma que nos mueve y nos mantiene vivos, inmortales. Nuestra propia​​ inmortalidad no la define la razón, pero​​ si nuestra imaginación; y sin​​ conocer la inmortalidad, conjeturamos que ser inmortal es unir nuestra​​ alma con nuestro propio cuerpo, concediéndonos la virtud de sus alas​​ para​​ llevarnos a las regiones superiores. Es divino todo​​ lo que es bello, y​​ lo​​ bello es bueno y verdadero. Y el hombre que ve la verdad, la sabiduría,​​ es el hombre que sabe de amar. Mi querido joven​​ Fedro, la belleza es​​  amor. Amar es contemplar con éxtasis la belleza.

 

FEDRO:Una idea demasiado​​ platónica.

 

PLATÓN:El hombre tiene que elevarse de las sensaciones físicas y de sus​​ simplezas mentales. El pensamiento del​​ filósofo de nada sirve sin sus​​ alas. Desprendido de los prejuicios que agitan a los hombres comunes​​ que pretenden curarlo de su presumida locura y no ven que es un hombre​​ inspirado. Cuando un hombre percibe las​​ bellezas de este mundo porque​​ reconoce lo trascendente de la autenticidad, su alma toma alas, vuela,​​ aunque el mundo lo trate de insensato.​​ Así es que el amante no quiere​​ separarse de la persona que ama, porque nada le es más precioso que​​ este ser de belleza. Ya nada le importa, y solo adora al que posee la​​ belleza, porque solo en él encuentra alivio su alma. A esto los hombres​​ honrados lo reconocen como amor. Cada hombre escoge un amor según​​ su carácter, según sean egoístas o generosos. Un amante que ama con​​ delirio, su noble pasión se convierte en felicidad. Tales son, mi querido​​ joven, los maravillosos y divinos bienes que te procurará la afección de un​​ amante; pero la amistad de un hombre sin amor, sin alas y entregado solo​​ a los vanos recelos del mundo, no puede producir en el alma de la​​ persona que ama, más que una pasividad de esclavo, errante, sin razón,​​ sumido en la oscuridad de las cavernas. Ten para mí una mirada de​​ benevolencia y benignidad; no me arrebates, ni disminuyas en mí por​​ furia, este arte de amar, cuyo presente me has hecho tú mismo.​​ Concédeme que ahora más que nunca, esté ciegamente apasionado por​​  tu​​ hermosura. En cuanto a Líseas, has​​ que renuncie a esos conceptos​​ frívolos, y llámale hacia la filosofía, hacia el amor, hacia la belleza.​​ 

 

FEDRO:​​  (LLORANDO. ESTALLA) ¡No tengo tus alas, mi adorado sabio! No puedo​​  elevarme y me duele cada músculo de mi cuerpo por el desprecio de​​  Líseas hacia mis sentimientos. Ahora entiendo que él no ve en mí sino un​​  ser vulgar, uno cualquiera, un pobre hombre que no puede elevarse sobre​​  los placeres mundanos y las bajezas de la pasión carnal. ¿Cómo puedo​​  ser mejor, mi querido​​ PLATÓN, para que a sus ojos merezca su​​  reconocimiento? ¿Cómo alcanzo ese modo de amor que tú pregonas con​​  tu inteligencia y alma superiores? ¿Acaso es tan bajo querer acariciar al​​  amado? ¿Dormir a su lado y encontrar cobijo entre sus brazos? La vida​​  me llena de miedo, mi amado​​ PLATÓN,​​  porque ahora me veo pequeño ante​​  tus ojos, y menos que un insecto a la mirada más superficial de Líseas.

 

PLATÓN:No te atormentes de ese modo, mi joven​​ FEDRO. Tus preguntas me​​  abruman porque mi propósito no es aturdirte ni llevarte a la desesperación,​​  sino todo lo contrario, impulsar tus pensamientos y excitar tu talento, tu​​  imaginación, recordarte que tienes un don que no es solo la juventud y tu​​  inteligencia, sino la naturaleza de tu belleza interior que puede llevarte en​​  sus alas a la felicidad.

 

FEDRO:No todos tenemos acceso a la felicidad, maestro.

PLATÓN:Pues es la razón de la vida, muchacho. La juventud es un don que todos​​  poseemos brevemente en nuestra existencia. Es el tiempo en que el​​  cuerpo se afina como las cuerdas de una lira, y la mente se prepara para​​  no sucumbir a la vejez. Los ejercicios que con tanta disciplina te impones,​​  también tienen sus rutinas para el pensamiento. Ahora mismo todas esas​​  preguntan explotan en tu interior y ahí está la inquietud y la fuerza de tu​​  alma.

 

FEDRO:Nada de esa nobleza encuentra en mí, Líseas.

 

PLATÓN:Porque su discurso está plagado de sus faltas, tan comunes a los​​  hombres engreídos.

 

FEDRO:Pero él influye sobre tantos, todos sus millones de seguidores celebran​​  sus frases.

 

PLATÓN: Porque asumen como verdad lo que confunden con verosimilitud. Esas​​  multitudes que lo siguen en sus redes creen que es un hombre justo, y​​  hasta bueno y bello, pero no se percatan de que se trata de solo​​  apariencias de la bondad y la belleza. Porque es la verosimilitud, no la​​  verdad, la que produce la convicción en sus fanáticos.

 

FEDRO:​​  Pero Líseas no es un político sino un “influencer” de nuestro tiempo.

 

PLATÓN:Cuando alguien con el poder de hablar a multitudes ignora la naturaleza​​  del bien y del mal, y quiere mantener a sus seguidores en esa misma​​  ignorancia, termina arrastrándolos a la esclavitud de sus antojos y​​  caprichos.

 

FEDRO:(FURIOSO) ¡No soy tan débil para dejarme arrastrar de ese modo!

 

PLATÓN:(FIRME) ¡Y sin embargo te sumes en la depresión por sus desplantes!

 

FEDRO:(APASIONADO) ¿Dudas de mi amor?

 

PLATÓN:Líseas es quien no te merece.

 

FEDRO:Y aun así sigo enamorado.

 

PLATÓN:Descubre las diferencias entre el amor y lo que solo tiene la apariencia de​​  tal.

 

FEDRO.¿Crees que yo mismo me engaño?

 

PLATÓN:Hemos dicho que el amor es una especie de furor.

 

FEDRO:Si.

PLATÓN:Y que el furor o delirio puede ser una enfermedad del alma o una​​  inspiración divina que nos haga traspasar los límites de la naturaleza​​  humana.

 

FEDRO:Conforme.

 

PLATÓN:Por amor a ti mismo, por el amor que te profeso, ven del lado de la​​  inspiración. De tu alma que es la más grande hermosura. Conoces a fondo​​  a tu amigo Líseas. Manipula y embauca con sus pensamientos. Está tan​​  confundido como esas multitudes que lo siguen, porque su fin es persuadir​​  a los otros de sus palabras como si fueran verdades. Su discurso sobre el​​  amor es tan retórico y artificioso como sus propios sentimientos y​​  emociones. Su egoísmo y su miedo al amor lo hacen mezquino,​​  impotente, tramposo y populista.​​ 

 

PAUSA TENSA.​​ PLATÓN​​ VA A UNA MESA Y SIRVE DOS COPAS DE​​  VINO TINTO.​​ 

 

PLATÓN:Ven conmigo, mi muchacho amado. Bebamos y que las copas de vino​​  alejen de tu corazón esa pena cruel.

 

FEDRO:¿Me amarás aunque ya no tenga este aspecto y aun sabiendo que soy el​​  más lento de todos tus seguidores académicos?

 

PLATÓN: Te amo porque me inspiras, porque en mi pecho siento los latidos de tu​​  corazón, porque me anima la fuerza con la que corre la sangre por tus​​  venas. Amo el paisaje de tus ojos, tu presencia desnuda de prevenciones​​  y desconfianzas. Te amo porque escuchar tu risa, tus voces cuando​​  descubres algo nuevo, tus dudas sobre el futuro y tus anhelos, me traen​​  de nuevo de la oscuridad de las cavernas, bajo esta luz dorada del día y​​  plata de la noche. Te amo porque encarnas la belleza.

 

FEDRO:​​  Y cuando acabe la belleza

 

PLATÓN: Tendré en la memoria el conocimiento, la sabiduría; al contemplarte​​  seguiré viendo todo ello en ti, y aunque mis ojos ya no puedan verte como​​  al mundo que me rodea, llevaré grabada en mi alma tu figura y recordaré​​  que mirándote, pude conocer la belleza.​​ 

 

FEDRO:​​  Ya puedo contestarle a Líseas.

 

PLATÓN: ¿Que le dirás?

 

FEDRO:​​  Que tengo la dicha de conocer el arte de amar, según​​ PLATÓN.

 

CAE SOBRE ELLOS LA LUZ PLATA DE LA NOCHE.

OSCURO​​ FINAL.Caracas, 17 de mayo de 2019

 

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José Simón Escalona

Nace en Ciudad Bolívar, Edo. Bolívar, Venezuela, el 17 de mayo de 1.954. Estudió Arquitectura en la Universidad Simón Bolívar y Artes en el Instituto Pedagógico de Caracas. Inicia su actividad artística como actor en 1.967 y funda el GRUPO THEJA en 1.973, agrupación cuyos éxitos han traspasado nuestras fronteras y en la cual se desempeña como Presidente Fundador y Director Principal.

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