Josep María Flotats es el mejor actor de teatro de habla hispana y escribo hispana porque tuve oportunidad de verlo sobre las tablas actuando el magistral Cyrano de Bergerac en catalán en 1984 en el teatro Poliorama de Las Ramblas. Tuvimos ocasión de cruzar palabras en camerino José Simón Escalona y yo después de la función, estaba exhausto y sólo nos atendió porque veníamos de Venezuela ya que estábamos invitados en el Festival de teatro de Sitges con Señoras (escrita por Escalona bajo mi dirección). A la salida del teatro, saltando como dos carajitos de la emoción el compadre futurista me anunció su idea de llevar esta obra a escena: “Tú serás nuestro Cyrano-Theja”. Así fue en 1991 en el teatro Alberto de Paz y Mateos.
Años después -1993- con mi esposa Julie (Restifo) fuimos de nuevo al Poliorama donde montaban Tot Assajant “Don Juan” de Jouvet; Flotats la dirigía e interpretaba a Louis Jouvet (en el 2002 la montaría en Madrid en castellano).
Hace unas semanas se estrenó, paradojas de la vida escénica, “El enfermo imaginario” de Moliere en Madrid con la compañía de Teatro Clásico Español que ahora dirige el también catalán Lluis Homar. En escena 12 actores más todo el backstage que duplica la cifra y debido a que no hay posibilidad de Estado de revisar diariamente la salud del equipo aplicando el PCR, optó por actuar con mascarilla. Y es que Josep María Flotats tiene 81 años y en la mira de que fue la obra donde Moliere murió con su mítico y supersticioso jubón amarillo, no es para menos prevenir.
Aquí, sin embargo, los teatros aún no abren teniendo en regla las exigidas medidas biosanitarias, pero si nos restriegan por la cara el obsceno espectáculo de un gobernador que se jacta de lanzar la mascarilla a un histérico auditorio que aplaude el triste y patético final de una estrella putañera y drogadicta que el fútbol divinizó. Para ese degradante espectáculo más cerca de la pornografía que del espíritu teatral, sí hay miradas de soslayo, pero para el teatro en Venezuela solo hay castigo.
¿De qué se ríe señor ministro? ¿Qué responde ante tanta ignominia los funcionarios encargados de la Cultura y propaganda? Nada. El rostro y sus mascarillas. El que calla, como diría Unamuno, miente.
Javier Vidal Pradas
