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Los escenarios abiertos del teatro experimental del nuevo teatro venezolano tuvieron en el TUCV un proyecto pionero y renovador pleno. Bajo la dirección de Nicolás Curiel (1928) tuvo su período más dinámico para constituir la vanguardia artística, política y polémica entre 1957 y 1968.
Después de su aprendizaje inicial con Alberto de Paz y Mateos en el Teatro Experimental del Liceo Fermín Toro en Caracas, y una pasantía por el teatro universitario dirigido por Manuel Rivas Lázaro, Curiel viajó a Francia en 1949 donde se formó bajo la influencia de Jean Louis Barrault, Edmund Beauchamps y Jean Vilar; además conoció los trabajos del Berliner Emsemble. Bajo esas influencias y dadas las condiciones políticas y culturales de la nueva democracia del país, concibió su proyecto teatral y cultural:
Concebí el teatro como Brecht lo había predeterminado, es decir, el teatro debía ser un arma política para mejorar los hombres, había que utilizar el teatro como un arma política y nuestro teatro fue profundamente militante y Yo, Bertolt Brecht sale de una pelea a nivel estético contra Rómulo Betancourt [Presidente 1959-1964] y la social democracia venezolana. Era un teatro profundamente político y militante, aunque hacíamos arte, lo hacíamos estéticamente [sic]. Montábamos un teatro que era ante todo teatro, y que después podía ser interpretado políticamente. (Escritos Nº 5, p. 62. Diciembre 1990. Escuela de Artes de la UCV)
En 1957 estrenó su primer montaje profesional, Don Juan Tenorio, de Zorilla, en el escenario abierto del Aula Magna de la UCV, dando inicio a su proyecto, que se caracterizó por: a) ruptura profunda y sistemática con la escena a la italiana y el ilusionismo escénico; b) un discurso artístico y político basado en la desnudez realista de la escena con una nueva valoración del color y la luz; c) diferenciación artística explícita del lugar de la acción escénica en el escenario; d) replanteamiento de las relaciones actor/espacio/público; e) sincretismo estético en el que el actor interpretó a partir del concepto total de la puesta en escena y no del realismo psicológico; f) apertura irrestricta del repertorio al servicio de los propósitos superiores del proyecto.
Su éxito fue inseparable de la nueva universidad autónoma y democrática, la efervescencia del naciente modelo social y el espíritu revolucionario de los sesenta. Curiel creó un equipo cultural multidisciplinario y un centro de agitación creativa, con la colaboración de los artistas plásticos Jacobo Borges, Luis Guevara Moreno, Perán Erminy y Régulo Pérez. Allí se formaron José Ignacio Cabrujas, Herman Lejter, Eduardo Mancera, Asdrúbal Meléndez, María Cristina Losada, Álvaro de Rosson, Alberto Sánchez, Eduardo Gil y muchos más.
El repertorio estuvo al servicio del nuevo lenguaje escénico: José Zorrilla (Don Juan Tenorio), Víctor Hugo (Los miserables), Bertolt Brecht (Los fusiles de la madre Carrar, Yo, Bertolt Brecht, El matrimonio de los pequeños burgueses y Los siete pecados capitales), Federico García Lorca (Llanto por Ignacio Sánchez Mejías), Nazim Hikmet (Leyenda de amor), Albert Maltz (Pozo negro), Nicolás Gogol (El pleito), William Shakespeare (Noche de reyes, Romeo y Julieta y Otelo) Andrés Lizarraga (Santa Juana de América), farsas medievales, Eugène Labiche (El sombrero de paja de Italia), Carlo Goldoni (Arlequín servidor de dos señores), José Ignacio Cabrujas (Juan Francisco de León) y Arturo Úslar Pietri (El día de Antero Albán).
El conocimiento de Grotowski en 1965 provocó una crisis general en el nuevo teatro venezolano, incluido en TUCV. En su proceso interno de cambio fueron producidos varios espectáculos con textos de autores diversos. El collage y la búsqueda de nuevos espacios reafirmaron su sincretismo estético y consolidó al grupo como vanguardia teatral. Yo, Bertolt Brecht (1963) inspirado en los Brecht-Abend, Espectáculo 64 con textos de Eurípides, Shaw, Brecht, Rojas y Molière, y Yo, William Shakespeare (1966) reafirmaron la nueva visión teatral y el compromiso social.
Cuando los escenarios del Aula Magna y la Sala de Conciertos de la UCV fueron insuficientes, Curiel y el TUCV abandonaron la convención del escenario. Otelo (1968), dirigido por Alberto Sánchez, fue una representación itinerante para setenta espectadores en los sótanos del Aula Magna. El canto del ídolo lusitano, de Peter Weiss (1968), a cargo de Eduardo Gil, fue itinerante en los jardines de la universidad con un componente de teatro de la crueldad.
El proyecto de Nicolás Curiel hizo que el TUCV fuera el primer grupo teatral venezolano con una visión internacional de su trabajo. En 1958 participó en el Primer Festival Panamericano de Teatro en México; al año siguiente estuvo en el Séptimo Festival de la Juventud en Viena. En 1961 y 1962 participó en un seminario de arte dramático en París. En 1965 asistió a festivales en Varsovia, Wroclaw, Cracovia, Paris, Nancy, Moscú, Pekín y Shanghái.
A finales de los sesenta Nicolás Curiel se separó del TUCV, como lo informa Erubí Cabrera (Nicolás Curiel, tiempos de teatro 1993):
En el segundo semestre del sesenta y ocho, con los montajes de Otelo y Los siete pecados capitales, el Teatro Universitario dispone su gira por Europa, las diversas posturas en cuanto a las tendencias escénicas y los lineamientos a seguir por ese grupo teatral, ocasiona una serie de confrontaciones dentro de los miembros del T.U., las cuales concluyen con la deserción de varios de sus integrantes (ya en la gira) y la consecuente reducción del repertorio propuesto para Europa […] En los primeros meses del sesenta y nueve, bajo la gestión de Gustavo Luis Carrera como Director de Cultura de la UCV, Nicolás Curiel es retirado como Director General del Teatro Universitario. (218)
Curiel da otras razones de su separación del TUCV: “yo en un momento dado decidí no hacer más teatro, o hacer menos montajes, para darle la alternativa a mis alumnos, a la sangre nueva”. Y completó las razones de su salida:
Abandoné el Teatro Universitario en 1968, cuando el socialismo europeo comenzó a resquebrajarse, a quitarse la careta. Salí de la UCV en medio de una tormenta política, de una verdadera pelea de carácter ideológico con mis compañeros. Para mí, el Teatro Universitario nunca fue lo mismo, nunca volvió a tener ese poder de convocatoria que nosotros logramos darle a lo largo de once años. (Periódico del Teatro Nº 9, 09/02/1991)
Nicolás Curiel no fue un maestro de actores. Su interés estuvo en fomentar la vanguardia artística y social, y el repertorio del TUCV fue su manera de llevarlo a cabo. Fue profesor de la Escuela de Artes de la UCV y recibió el Premio Nacional de Teatro en 1993.