BALCÓN DE PIEDRAS
Memorias de un vigía por José Simón Escalona

“BIBLIOTECAS”

En la casa familiar de mi Angostura natal el salón favorito de mi padre era su biblioteca. Ese espacio, tras una remodelación que emprendieron mis padres a inicio de los sesenta, se convirtió en el centro de la actividad social de la antigua casona. La remodelación cambió los techos de madera y tejas por una platabanda, pues mi padre tenía una enorme biblioteca que deseaba proteger de las inclemencias climáticas guayanesas, aunque aún no se tenían nociones del cambio climático global, sino por las tormentosas lluvias, la asfixiante humedad y el intenso calor local que ponían en peligro el resguardo del tesoro que eran sus libros. Por las mismas razones, los rayones y aporreos de los albañiles que sufrió el mobiliario de madera de teca y esa cualidad esteticista de mamá, la estantería fue laqueada en blanco al igual que los hermosos muebles de ratán francés y las bases de las esculturas que decoraban la estancia, herencia de la casa colonial en consecuencia de una curiosa anécdota que no referiré para no dispersarme. El piso brillantísimo de cemento pulido y labrado con arabescos de motivos orgánicos, eran una hermosa alegoría del plateado del río y el blanco del cenit solar que enceguecía mis afectadas alucinaciones infantiles. Unas palmeras verdes le daban frescor y movimiento bajo los suaves vaivenes de dos ventiladores de una hoja que se movían como si fueran sendos abanicos agitados por esclavos. Amaba ese lugar de mi casa, así como los libros estrictamente ordenados por mi padre, forrados en cuero, celosamente resguardados detrás de los vidrios perforados para que no retuvieran humedad y garantizaran la distancia de licenciosas manos ajenas en las concurridas peñas literarias y musicales que se celebraban los fines de semana en el ameno salón. Papá regresaba de su trabajo a las cinco de la tarde, como la hora del famoso poema lorquiano sobre el torero Sánchez Mejías, en punto. No se servía té en una tierra tan caliente, pero si refrescos de limón, papelón y otras yerbas que se presentaban sobre bandejas con jarras heladas para servir en los vasos de sonoro cristal con filigranas doradas y alguna guinda frutal otorgándoles un aspecto aún más ligero. Pienso que el vaso de mi padre contenía alguna otra substancia que escapaba a nuestros permitidos gustos infantiles pero que dejaban un aroma más intenso y atractivo de los llamados aperitivos para abrir el apetito de la cena estrictamente servida al final del ocaso. Mi hermana María de los Ángeles, hoy en el cielo de los artistas, se sentaba a leer serenamente, una muñeca en aquel escenario con telón de libros. A mí me tocaban los ejemplares que menos me atraían de la maravillosa biblioteca, imposible de estarme quieto provocaba la exasperación de papá. Mi hermana Angélica recién nacida me encantaba con su libre agitar de piececitos, como anunciando que sería bailarina. Mamá se dedicaba a sus manualidades femeninas. Aquellas tardes son un monumento en mi memoria. Lo mejor de mi vida estaba en esa biblioteca, mi familia y la herencia de mi padre: el amor por la lectura a pesar de mi ausencia de cordura. No me refiero solo a mis angustias pueriles que vienen conmigo, sino además a mi hiperactividad motriz que disturba a tantos. La pródiga biblioteca de mi padre tuvo que mudarse cuando vinimos a la capital, dejando en manos de familiares la custodia y perdiéndose por los remates de un primo alcohólico y drogadicto que uso el tesoro para satisfacer sus vicios. Muy pocos libros quedan de la suntuosa biblioteca de mi padre, pero logré conformar una propia con la dedicación y mucho del trabajo de toda la vida. Tengo en casa un lugar tan predilecto, cultivado y cautivador como aquel tesoro intelectual y social angostureño.

Las librerías y bibliotecas son parte de mis actividades turísticas. Por ejemplo en Buenos Aires hay una librería que me enamora, El Ateneo Grand Splendid, entre las más hermosas del mundo. Un antiguo teatro convertido en librería, como si me reencontrara con mis dos más grandes pasiones. Tomar un aperitivo en el escenario convertido en bar con un libro entre mis manos es memorable, sensual. El edificio original se llamó Teatro Gran Splendid, en el Barrio Norte, diseñado por los arquitectos Peró y Torres Armengol (1875-1946), con decoración del italiano Nazareno Orlandi y cariátides esculpidas por Troiano Troiani. Gardel actuó en aquel escenario. También en Ciudad de México El Péndulo y en Oporto la soñada Librería Lello e Irmão. Entre las estanterías en mis recuerdos más impresionantes están La Biblioteca Pública de New York, La Biblioteca Británica de Londres y La Biblioteca Apostólica Vaticana en Roma.

OBRA TRASMUNDO – GRUPO THEJA 1992

A inicio de los años 90 viajamos con el Grupo Theja a la ciudad de Alejandría en Egipto, y justamente en esos días había mucho revuelo sobre nuevos descubrimientos arqueológicos de la antigua Biblioteca de Alejandría, la más grande de los tiempos clásicos. Tuvimos el honor de asistir al recién descubierto Teatro Romano de aquellos tiempos. Presentamos en distintos escenarios egipcios la obra “TRASMUNDO” de Angélica Escalona sobre la obra “La mano junto al muro” de Guillermo Meneses. Una grabación recién recuperada de viejos archivos familiares será publicada próximamente en la Cartelera de la Sede Virtual del Theja.

Ahora la grandiosa Biblioteca de Alejandría está en internet. Me asombra y deleita tanta información. Una celebración de la historia de la cultura humana.

También por estos días un grupo de personas promueven que se restablezcan el aire acondicionado y control de humedad en las bibliotecas nacionales y algunos importantes museos, pues ponen en riesgo a trascedentes documentos, fotografías, libros y obras de arte. Aunque se digitalicen todos los contenidos de estas maravillas del mundo, las bibliotecas necesitan de una estricta preservación física, es un legado que no podemos destruir como sucedió con la ciudad fundada por Alejandro Magno y el visionario proyecto de la Biblioteca de Alejandría.

GRABACIÓN MASTER CLASS JULIO 2021 – JOSÉ SIMÓN ESCALONA, JAVIER VIDAL, ANTONIO CRIMALDI Y RAY SUARÉZ

Para mi fortuna y en honor al legado de mi padre, mi biblioteca hogareña se ha convertido en el espacio de clases y ensayos de las actividades de mi Grupo Theja. Esta semana grabamos una Master Class de Javier Vidal sobre el maridaje del actor y el director, que pronto estará abierta a nuestros usuarios. También planificamos la documentación de una Clase de la maestra Angélica Escalona para sus seguidores. Además iniciaremos los ensayos de una nueva obra de mi autoría para abrir la temporada 2022.

Las bibliotecas son el mejor escenario humano. Los libros y sus estanterías el lugar para saltar sobre el atraso y la violencia. La cultura tal cual el deporte, que en estos días celebra el Oro Olímpico en la figura de una diosa nacional, son actividades que debemos preservar con el apoyo del Estado junto a toda la sociedad productiva y comercial. Son tiempos de celebrar corazones en el cálido ambiente familiar y del mundano espíritu alejandrino.

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José Simón Escalona

Nace en Ciudad Bolívar, Edo. Bolívar, Venezuela, el 17 de mayo de 1.954. Estudió Arquitectura en la Universidad Simón Bolívar y Artes en el Instituto Pedagógico de Caracas. Inicia su actividad artística como actor en 1.967 y funda el GRUPO THEJA en 1.973, agrupación cuyos éxitos han traspasado nuestras fronteras y en la cual se desempeña como Presidente Fundador y Director Principal.

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